Centenares de personas recibieron ayer con aplausos a la reina Sofía, los reyes Felipe y Letizia y sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, a su llegada a las puertas de la Catedral de Palma para asistir a la Misa del Domingo de Pascua de Resurrección. Los vecinos y turistas que se congregaron alrededor de la Catedral fotografiaron a los Reyes con sus móviles y dedicaron piropos a las dos reinas.

Como el año pasado, no estuvieron presentes ni Juan Carlos ni la infanta Elena (asistieron por última vez en 2014), ni doña Cristina, que está siendo procesada en el juicio del caso Nóos y no asiste desde 2011. Su marido, Iñaki Urdangarin, no participa en esta ceremonia desde la Semana Santa de 2005.

La familia real llegó puntual en un coche conducido por don Felipe y saludó brevemente al público y al obispo de Mallorca, Javier Salinas, antes de entrar en el templo gótico. Por otro lado, se notó la ausencia de representantes del Govern balear o de otras instituciones, ya que otros años la familia real había sido recibida por las autoridades de Baleares.

Para esta misa del Domingo de Resurrección, el rey Felipe eligió llevar un traje azul clásico mientras que Letizia optó por una camisa de rayas negras y blancas bajo una chaqueta rosa, acompañado por un bolso de mano del mismo color, pantalones negros y zapatos azul marino de tacón grueso.

La princesa Leonor y la Infanta Sofía, que también saludaron sonrientes a la prensa, al clero y a los asistentes, llevaban pantalón, bailarinas, chaqueta fina rosada y camisa blanca. Una vez más, parte de las prendas que llevaban eran de la firma coruñesa Nanos. En concreto, la princesa de Asturias lucía una original camiseta con una niña en el estampado que pertenece a la última colección de la firma coruñesa y cuyo precio es de 70 euros, según la página web

Finalmente, la reina Sofía llevaba un vistoso abrigo con un estampado floral, verde y azul, que complementó con tacones y un bolso pequeño de tono metálico.

Al salir de la misa solemne, que duró unos tres cuartos de hora, los asistentas todavía esperaban a los Reyes, que los saludaron una vez más. El prior de la Sang, Lluc Riera, que ofició la ceremonia, estrechó las manos de los Reyes mientras se escuchaban gritos de "viva el Rey" y "viva la Reina", respondidos con otro "viva".

Finalmente, la familia real ha subido al coche que los esperaba en la puerta, desde el que han continuado saludando con las ventanillas bajadas. De este modo ponen fin a un fin de semana en la isla.