Japón ha entrado formalmente en la era Reiwa (hermosa armonía) del calendario nipón con el ascenso al Trono del Crisantemo del príncipe Naruhito, quien sucede a su padre, el emperador Akihito, después de que éste se convirtiera la víspera en el primero en abdicar en 200 años. "Juro que reflexionaré profundamente en el curso seguido por su gran majestad el emperador emérito y tendré en mente la senda trazada por los anteriores emperadores, y me dedicaré a mejorar", dijo el nuevo emperador en su primer mensaje.

Naruhito rindió homenaje al legado pacifista y de cercanía al pueblo de su predecesor y prometió mantenerse en este camino. Fueron las primeras y esperadas palabras que pronunció el nuevo emperador durante una solemne audiencia celebrada en el Palacio Imperial de Tokio ante 266 invitados, entre ellos representantes políticos e institucionales y miembros de la familia imperial.

Fue el segundo acto oficial celebrado ayer para marcar su ascensión al trono, tras la ceremonia de carácter ritual en la que heredó una réplica de la legendaria espada Kusanagi y otra de una joya de jade, así como los sellos imperiales, objetos que simbolizan el poder del emperador.

Estuvo flanqueado por su esposa, la nueva emperatriz Masako. Ataviada con vestido largo blanco, Masako se mostró sonriente durante todo el acto, quizás para despejar las dudas sobre su condición „oficialmente definida como depresión„ que le impidió desarrollar funciones oficiales mientras era princesa, y de la que, según la Agencia de la Casa Imperial, continúa todavía recuperándose.

A la audiencia asistieron el resto de miembros adultos de la Familia Imperial nipona „con la excepción de los emperadores eméritos Akihito y Michiko, descargados de sus funciones oficiales„, que suman doce personas, y de los cuales una decena son mujeres.

Sin embargo, las integrantes femeninas de la familia imperial no asistieron al acto previo celebrado en el que Naruhito recibió los Tesoros Sagrados y se convirtió oficialmente en emperador, debido a que así lo marca la tradición nipona (prohíbe la presencia femenina), que también restringe a los hombres la línea sucesoria al trono.