Tras el boom de la serie El Príncipe, Hiba Abouk ha tardado cinco años en volver a la tele. Ha sido con la tercera temporada de Madres. Amor y vida (Amazon Prime Video) y con un personaje, el de una mujer que denuncia al hospital en el que ha dado a luz por violencia obstétrica. En febrero de 2020 la actriz tuvo a su primer hijo y acaba de confirmar un nuevo embarazo.

¿Por qué ha tardado tanto en volver a hacer una serie?

Me fui a vivir fuera y pude permitirme otras prioridades que no fueran hacer otra serie en España.

¿Influyó ser madre para aceptar el papel de Raquel en ‘Madres’?

Sí. A mí la maternidad me ha cambiado la vida y a mí misma. Cuando me enteré de esta serie, supe que tenía que participar de alguna manera, porque en el momento en el que estaba quería hablar de ello. Así se creó la trama para hablar de un tema tan importante y silenciado como la violencia obstétrica.

Raquel vive su maternidad de forma angustiosa.

Ella llega al hospital con mucha ilusión. Afronta el parto como si fuera el día más feliz de su vida pero, lejos de eso, se convierte en el peor porque no se respeta para nada lo que ella quería en el nacimiento de su hijo. En el parto se recurre a prácticas que posiblemente se podrían haber evitado y sufre violencia obstétrica. Es algo que le pasa a muchas mujeres y que te deja completamente descolocada y traumatizada y que, muchas veces, da pie a una depresión posparto y a unas patologías que son difíciles de afrontar, porque, ya de por sí, es bastante complicado convertirte en madre.

¿Entiende el comportamiento de su personaje, que ni siquiera quiere coger en brazos a su hijo?

Eso para mí fue lo más difícil. No porque no la entendiera, que sí que lo hacía, sino porque a mí me pasó al revés, mi piel con piel fue eterno, no me despegué de mi hijo en cuanto nació... Rodar esa situación era muy duro, pero es que eso pasa mucho más de lo que nos pensamos y hay que hablarlo.

¿Tenemos idealizado el parto?

No, porque vamos con miedo al dolor, a sufrir, cuando tendría que ser al revés, una experiencia de lo más normal. Lo que se tiene idealizado es el posparto, que es un momento muy difícil, porque de repente llega una criatura que depende solo de ti y, además, es muy difícil gestionarlo todo, porque tienes las hormonas revolucionadas. Tenemos que hablar más de ello y normalizar una depresión posparto y lo que le pasa a Raquel, que no quiere ver a su hijo y no sabe cómo integrarlo a su vida. Y no por eso eres una mala madre o mala persona, sino que forma parte de un proceso hasta que te encuentras a ti misma. Ser madre es la tarea más complicada del mundo pero, para mí, es también la más bonita.

¿Se ha tomado la vida con más calma tras ser mamá?

Ya me la estaba tomando con más calma. Lo que cambiaron por completo fueron mis prioridades. Ahora las primeras son mi hijo y el bienestar de mi familia. Después viene todo lo demás.

¿Ahora vive en París?

Sí, desde hace unas semanas.

¿Y cómo lleva lo de separarse de su bebé?

Me empecé a separar de él cuando empecé a rodar Madres, cuando tenía 11 meses, porque no había otra opción con las jornadas de rodaje. Luego empecé a rodar otra serie en Francia y mi hijo se vino conmigo. Pero he decidido que vaya a la guardería en París.

La que se montó con su fotografía en bikini en el yate de C. Tangana junto a otras chicas. ¿Cree que el tema se salió de madre?

Yo respeto todo lo que se diga, porque hay que aceptar lo bueno y lo malo. Estuve ahí para apoyar el proyecto de un colega y celebrarlo con él. Sinceramente, no veo nada de todo lo negativo que dijeron, solo veo cosas positivas. Éramos un grupo de amigas que nos hicimos una foto con él porque quisimos y, como estábamos en un barco, era normal que posáramos en bikini. Y cada una puede adoptar la pose que quiera, no hay más poder que la libertad. Si la gente te quiere cortar las alas, si hay quien crea que debes llevar otra ropa, que piensen lo que quieran. Me lo pasé genial. Había mucho respeto. Y Antón ha demostrado que es un gran músico.