Wolfgang Petersen nunca fue como Roland Emmerich, ni pretendió serlo, pero hay algunos puntos en común entre las obras de estos dos cineastas de origen alemán que han gozado del beneplácito de Hollywood, a fuerza de musculosas películas de excelente rendimiento comercial. Petersen, fallecido el pasado 12 de agosto a los 81 años, aunque hasta este martes no se hizo pública la noticia, tuvo su momento de esplendor en el cine alemán con El submarino (1981), drama ambientado durante la Segunda Guerra Mundial en el interior de un submarino con sus característicos quejidos metálicos y sonidos del sonar.

Antes había realizado películas para televisión, aunque exhibidas en cines, como El jugador de ajedrez (1978), con Bruno Ganz, pero fue el éxito de El submarino y de La historia interminable (1984), según la conocida novela de Michael Ende, lo que le puso en el radar de los ejecutivos de Hollywood.

Lo primero que hizo fue Enemigo mío (1985), un filme de ciencia ficción presentado en el Festival de Sitges de aquel año. En los 90 se inclinó hacia el thriller y realizó el más convencional La noche de los cristales rotos (1991), una intriga de tintes psicológicos con Greta Scacchi y Tom Berenger, y el más interesante En la línea de fuego (1993), con Clint Eastwood en el papel de un guardaespaldas presidencial que, tras fracasar en el asesinato de John Kennedy, tiene una segunda oportunidad para salvar a otro presidente estadounidense. El gusto por el cine vinculado al viejo género de catástrofes amaneció en su filmografía con Estallido (1995), película que hoy ha ganado en efectividad: un mono portador de un virus similar al ébola viaja en barco desde África hasta Estados Unidos y desata una terrible pandemia.

Tras contar con Dustin Hoffman y Morgan Freeman en Estallido, Petersen se puso al servicio de Harrison Ford en Air Force One (El avión del presidente) (1997), un delirio divertido, en el que Ford ejerce de presidente action hero cuando un terrorista ruso se apodera del avión.

Cine de catástrofes

Con La tormenta perfecta (2000), protagonizada por George Clooney y Mark Wahlberg, volvió a la idea del cine de catástrofes con cierto trasfondo dramático, relatando la historia real de una embarcación de pesca que, en el otoño de 1991, se enfrentó con lo que define el título del filme, el choque de dos gigantescas olas. Su mayor éxito llegaría con Troya (2004), revisión de lujo de la historia de Helena (Diane Kruger), Paris (Orlando Bloom), Aquiles y su talón (Brad Pitt) y Héctor (Eric Bana).

Su última producción importante sí que fue un filme clásico de catástrofes, Poseidón (2006), ni más ni menos que el vistoso remake de La aventura de Poseidón (1972). Pero, de repente, Petersen desapareció del cine norteamericano y reapareció 10 años después, dirigiendo en su país de origen una discreta comedia sobre cuatro tipos dispuestos a vengarse del banco que les ha engañado, Cuatro contra el banco (2016). Fue su último filme. Padecía un cáncer de páncreas.