Los hipopótamos de Escobar son plaga

Los hipopótamos de Hacienda Nápoles.

Los hipopótamos de Hacienda Nápoles. / abel gilbert

abel gilbert

El lenguaje de la guerra reverbera más allá de los territorios colombianos donde se despliega la violencia armada. La Fiscalía General de Colombia acaba de pedirle al Consejo de Estado que los hipopótamos descendientes del cuarteto de mamíferos importados por el capo narco Pablo Escobar hace cuatro décadas, sigan siendo considerados como una “especie invasora”. La bestia herbívora llegó de África en 1980. Escobar la importó de manera ilegal para que se sumara a su zoológico privado en Puerto Triunfo. Apenas llegaron cuatro. El fundador del cartel de Medellín murió en 1993. Las autoridades reubicaron numerosas especies. Los hipopótamos quedaron librados a su suerte, se hicieron dueños de la extensa Hacienda Nápoles de Antioquía. Pronto se adaptaron en un entorno bañado por el río Magdalena. Las autoridades estiman que más de 200 ejemplares de esta especie, apenas el 29% adultos, arrastran sus 800 kilos por esa zona. Dan a luz bajo el agua y, a medida que dominan el terreno, se reproducen. Se estima que, en un par de años, podrían llegar a ser más de mil. Y entonces, la palabra “invasión” comenzaría a cobrar otro sentido.

Desde que el hipopótamo pasó a convertirse, por la fuerza reproductiva, en parte del paisaje de aquel río que desemboca en el Caribe, muchos colombianos comenzaron a enterarse de sus peculiaridades, ritmo de cría, días de celo y cópula. Pero, también, de sus peligros. La prensa ha relatado la historia de un hombre mordido por esas fauces. No solo los enormes caninos le dejaron marcas y una infección producida por la contaminación bucal de la bestia.

Los animales pueden correr tanto, 40 kilómetros por hora, que pueden alejarse rápidamente de sus entornos. Es lo que le sucedió días atrás a uno de los mamíferos errantes: chocó contra un coche y murió. Los ocupantes del vehículo resultaron heridos. El crecimiento de la especie conlleva daños a los ecosistemas, modifica el paisaje, provoca trastornos a las comunidades, expone a los pescadores a riesgos letales. “Qué hacer con los hipopótamos es una pregunta que ha trasnochado a biólogos, pobladores, ministros, entre otros”, señaló César Giraldo Zuluaga en el diario El Espectador.

El gobernador de Antioquía, Aníbal Gaviria, pidió la asistencia al Gobierno nacional para agilizar los permisos que permitan llevar al menos a 70 a India y México. La ministra de Medio Ambiente, Susana Muhamad, informó que el Gobierno ya tiene en sus manos un informe con propuestas para solucionar el trastorno. Los especialistas proponen la llamada “caza de control” a través de disparos o conmoción cerebral, o química, con la inyección de medicamentos. También sugieren el traslado hacia zoológicos o poblaciones silvestres en área de distribución nativa. Por último, quedaría la opción del confinamiento a un área en el que podrían mantenerse hasta su extinción natural.

Las soluciones drásticas provocan desde hace tiempo escozor. “Pido amnistía para los hipopótamos”, dijo el escritor Daniel Samper. Luis Noé Ochoa rechazó en las páginas de El Tiempo reducir a los animales a una simple condición de “extraditables”. A su criterio, las bestias le quedaron “grandes” a Colombia, tanto como los carteles de la droga. “ Ellos no han podido decir si prefieren una tumba en Colombia o una reserva en África o en México, ni se les ha ofrecido ley de sometimiento, con posibilidad de juicios colectivos o individuales, ni ser gestores de paz. Nada”.