Al polideportivo de Quiquirá, uno de las instalaciones habilitadas, siguen llegando desalojados. "Estábamos durmiendo, con mi marido y mis dos hijos", nos dice una vecina. "Estaba la policía avisándonos que teníamos una hora para salir de casa", comenta otro. "Todo el monte se veía el fuego, que venía para la zona de Los Realejos. Y estaba feo", relata un tercero. "Mal, porque dejamos todo detrás, y no es la primera vez. El año pasado nos tocó en la parte de Los Realejos y también tuvimos que salir", comenta una de las últimas evacuadas. "No pude coger más que a mi perrita, las llaves y pocos más", explica un hombre con toda la tranquilidad que logra reunir. Como María José, que pudo salir con su marido, hijos, perro, gato, medicinas y un poco de ropa. "Pero dejas tu casa, lo que te ha costado mucho trabajo conseguir para dejárselo a tus hijos el día de mañana y no sabes si vas a volver a abrir la puerta. Y te duele. Lo material dicen que no duele, pero también duele, el sofá que te ha regalado tu hijo, un televisor, la ilusión de tener la máquina de coser que me compré para Reyes... Piensas hasta en la comida que dejaste en la nevera". Cuesta mantener la calma. "Si el incendio ha sido intencionado, los maldigo". "De lo afectada que estoy, no me tengo en pie", explica otra mujer. Como relata Beatriz González Rodríguez, la concejala delegada de Bienestar Social, "tenemos a todo el personal del ayuntamiento, psicólogas, educadoras sociales, trabajadoras sociales, a disposición de las personas que llegan". Y voluntarios. Desde Cruz Roja hasta los que se están apuntando sobre la marcha. "Que dicen que te echan una mano a repartir la comida", cuenta la responsable. Preocupan las casas, también las fincas y los animales. "Desespero, porque estos animales, metidos en una cuadra, si hay fuego, se queman", indica uno de los que ha ayudado a recoger a unos caballos. Y los que aguardan junto a su finca, conscientes de que en cualquier momento les puede tocar. "Un futuro que se ve negro. Está la cosa complicada, la verdad", cuenta con pesar uno de los afectados. Sin perder la esperanza, confiando en que la situación mejore.