Un árbitro baja los brazos y dos coches aceleran a fondo entre un pasillo de chavales que no pierden ojo. Sus móviles lo graban todo: las lanzadas, los drift o derrapadas, el humo del neumático quemado, los tubos de escape expulsando llamaradas de fuego, las motos de cross en pleno caballito y también los accidentes, a veces incluso mortales. Casi todos los viernes y sábados del año se organizan en València y pueblos de alrededor las llamadas “kdds”, reuniones de amantes del motor que se citan para comparar sus vehículos tuneados y en algunos casos medirse en técnica y velocidad sobre el asfalto. Es decir, en carreras ilegales.