Ya conocemos, y desde hace tiempo, ese tipo de corrupciones de altos vuelos de los que el asunto Pujol y derivados son, con la Gürtel, Púnica, y tantos otros, el top de la canallesca inserta en la política más codiciosa y miserable, propia de muertos de hambre, de este país, con una picaresca instalada en todos los niveles de poder, incrustada en las degradadas instituciones españolas, y divulgada desde el siglo XVI y XVII: Guzmán de Alfarache o El Lazarillo de Tormes entre otros, y aún desde mucho antes, retratando en novelas ad hoc a pícaros hidalgos económicamente empobrecidos pero con cierto poder político, lo mismo que hoy, aunque estos de nuevo cuño sin hidalguía alguna, únicamente miserables de torcida naturaleza irredenta.

Sabemos también de las enormes e infinitas corrupciones de lo más cercano, aquellas practicadas en los ayuntamientos de todo tipo y tamaño durante años. Fortunas, chalés adosados, piscinas, grandes coches y todo tipo de gastos imposibles de sufragar con las retribuciones de un sueldo de alcalde o concejal, y aún otros. Ese tipo de saqueos, estafas y fraudes que todos conocemos, y que nos desesperan, son los que verdaderamente queremos que entren ya por los pasillos de los juzgados y se asienten en los despachos de los jueces y fiscales para dar curso y la divulgación necesaria encaminada a las sentencias adecuadas. Resulta una gran burla el ver a esas gentes corrompidas y estafadoras de lo público durante años, pasearse por las calles con una fachenda propia de la soberbia más aldeana, mirándote por encima del hombro en una desconsideración altanera y ofensiva. Estos casos cercanos son los que exigimos ver, ya que traen al vecindario perplejo y agraviado. Esta es la verdadera justicia, la cercana. Resulta muy indigesto el contemplar por las calles a este tipo de sujetos que cifran su miserable grandeza en la corrupción ejercida sobre el robo a sus vecinos, y siguen tan panchos. La justicia en este país no es más, a lo que se ve, que fuegos artificiales y palabras grandilocuentes? una verdadera burla a la justicia verdadera.

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