En un programa televisivo dedicado a la conciliación de las costumbres y ritmos sociales y laborales con la vida familiar, se indicaba que los adolescentes españoles dormían menos horas de las recomendadas, teniendo la media más baja de los países de nuestro entorno. Algo que incide desfavorablemente en el ánimo, la concentración, la atención y el rendimiento escolar. Hace aproximadamente cinco años, una conocida que finaliza la Educación Secundaria Obligatoria con una nota media de sobresaliente, es animada a cambiar de instituto y cursar el Bachillerato Internacional de cara a preparar la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), tornándose la elección en una pesadilla. La intensidad y carga de trabajo impuesta alcanzaba unas dimensiones desproporcionadas, generando un estrés y cansancio a todas luces negativo, pues obligaba a un recorte notable del descanso nocturno y causaba un nivel de agobio en el alumnado que, en el caso particular mencionado, llevó a una disminución de los resultados académicos y al retorno al instituto anterior. A la hora de trazar la programación y los planes educativos de los niños y adolescentes, ¿existen grupos de trabajo y contactos entre profesionales de la educación y de la salud?

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