Hay quien lo ha calificado como una "especie de autor renacentista" por sus facetas como escritor, músico, periodista y crítico musical. Él se quita méritos y afirma que para él, la música y la literatura van unidas. Quinito L. Mourelle presenta hoy en el Fórum Metropolitano (20.30 horas) Sin Ana Beatriz (Ézaro Ediciones), su tercera novela después de Confines y Pimienta negra. Una presentación poco al uso, ya que también ofrecerá un concierto de jazz junto al saxofonista Roberto Somoza.

Sin Ana Beatriz, dice el autor, no sigue la línea de las anteriores novelas salvo en un elemento: la sorpresa. "Persigo que cada novela sea diferente a las demás, pero como lector me agrada cuando me llevan por un camino y me plantean una serie de pistas, y después esas pistas son falsas y construyo algo que no es en realidad lo que está pasando", explica Mourelle, que transmite en la obra la frustación del ser humano a través de varios personajes con historias conflictivas.

Igual que en sus composiciones musicales, el pianista coruñés hace gala en el nuevo libro de su afán por la improvisación y, aunque reconoce que esta novela fue más meditada que las otras, queda ese punto de sobresalto: "alguien definió el jazz como el sonido de la sorpresa y me gusta que en mis novelas esté presente ese ingrediente", dice.

Enamorado del jazz y de la música clásica, Quinito Mourelle cuenta que Sin Ana Beatriz incluye una bibliografía sonora, donde aparecen los discos que escuchó mientras escribía el libro. Una lista donde hay desde jazz, evidentemente, hasta música brasileña y contemporánea. Sobre si necesita un tipo de música concreto para escribir, responde: "Depende, a veces me gusta el contraste y, si tengo que escribir algo triste, ponerme una música alegre, y viceversa. Hago muchos experimentos".

"Mucha gente me conoce como pianista y no como escritor, por eso en el Fórum vamos a amenizar la presentación con el concierto, además es una forma de sacar a la gente de casa, porque una presentación de un libro puede ser a priori aburrida", cuenta el novelista, que se confiesa seguidor acérrimo de autores como Iván Turgueniev, Chéjov y Jorge Amado. Sin olvidar a Cunqueiro, en quien Mourelle basó su tesis doctoral de Periodismo.

En cuanto a literatura, no se considera un "lector compulsivo". Afirma que prefiere leer y luego madurarlo y que no necesita leer doscientas páginas seguidas, sino diez o quince y que lo que haya leído se quede en su cabeza para digerirlo después.

En Pimienta negra, el escritor animaba al lector a escuchar jazz, pero en esta obra simplemente quiere hacerlo reflexionar: "Los personajes tienen historias duras y se muestran las atrocidades que comete el ser humano, sus bajas pasiones... Quiero que el lector siempre se ponga en la piel de esos personajes, aunque estén muy alejados de él y sean odiosos". Apunta Mourelle que no es una novela coral, pero en ella, además de la historia principal, se narran las historias de los personajes del entorno: "Pasa como en la vida real, tú tienes tu historia pero la gente de tu entorno, que forma parte de ti, tiene las suyas propias", comenta.

"Cualquier expresión artística es contar la verdad a través de una mentira", ha dicho este músico en alguna ocasión, y matiza: "Muchas veces nos llega más fácilmente algo que supuestamente es inventado que algo que es real, ese es el juego del arte".

A pesar de sus múltiples facetas, Quinito Mourelle considera que solo explota sus virtudes: "El verdadero creador renacentista era Leonardo, que además de artista sabía de ciencia, inventaba cosas... yo soy un desastre en matemáticas, no tengo una mente científica y soy bastante torpe", asegura. El autor concluye invitando al público a la presentación, "sobre todo para ver tocar a Roberto Somoza", con quien suele actuar a menudo.