Una semana y un día después de que las autoridades eclesiásticas denunciaran oficialmente la desaparición del Códice Calixtino, las pesquisas prosiguen sin que trasciendan demasiados detalles, aunque fuentes de la investigación reconocen que ésta podría prolongarse en el tiempo. Por ello, insisten en que no se puede hablar de plazos y que, en todo caso, las indagaciones proseguirán el tiempo necesario para que "las prisas" eviten que se cometa algún "error".

Aunque dichas fuentes reconocen que, cuanto más tiempo pase, más difícil será seguir la pista del libro desaparecido y admiten que no se puede garantizar su recuperación, también subrayan que todas las hipótesis siguen abiertas y que, de momento, no se hará público si se descarta o confirma alguna de ellas para evitar ofrecer cualquier pista a quienes se hayan apoderado del manuscrito medieval.

Hasta ahora, los agentes de policía que trabajan en el caso -doce, incluidos tres de la Brigada de Patrimonio Histórico procedentes de Madrid-, se han dedicado a examinar las alrededor de 400 horas de grabación procedentes de las cámaras de seguridad del claustro y otras dependencias del templo compostelano, una labor que requiere tiempo y resulta "complicada" porque exige filtrar, entre cientos de personas -la zona acotada por las grabaciones era de acceso libre- a los susceptibles de ser sospechosos.

Los encargados de la investigación, entre ellos también agentes de A Coruña y de la propia ciudad de Santiago, prosiguen también con las tomas de declaración a todo el personal relacionado con la basílica para obtener algún posible indicio, según confirman fuentes del Arzobispado.

La sustracción del manuscrito fue comunicada a la policía el martes de la pasada semana, cuando el deán de la catedral, José María Díaz, fue avisado por uno de los dos colaboradores que tenía acceso a la cámara de la desaparición del libro. No obstante, las autoridades eclesiásticas no pudieron determinar el último día en que había sido visto donde debía estar: "el jueves o el viernes" anterior.