Los artistas invitados a esta muestra bianual, titulada "The S´ Files 007", abordan estos tópicos de manera directa o tangencial a través de la pintura, el dibujo, la escultura, la instalación, la fotografía y el video.

Para esta edición, que estará abierta hasta el 6 de enero de 2008, los curadores (comisarios) Elvis Fuentes y Carmen Ramos revisaron más de 250 portafolios de artistas que residen en Nueva York, seleccionando finalmente a 51, la mayor cifra hasta el momento.

La bienal cuenta con Ecuador como país invitado, representado por cinco artistas que utilizan el paisaje como "leit motiv" para abordar la historia reciente de su país, una selección realizada por el curador ecuatoriano Rodolfo Kronfle Chambers.

El crecimiento de la bienal ha traspasado los límites físicos del museo, por lo que por primera vez cuenta con una institución socia, el Instituto Cervantes de Nueva York, que expondrá una selección de obras entre el 13 de septiembre de 2007 y el 6 de enero de 2008.

Para Julián Zugazagoitia, director de El Museo, la bienal se ha convertido en una plataforma de lanzamiento de nuevos artistas, al tiempo que reconoce la aportación de la comunidad hispana a la riqueza de la escena del arte de la ciudad.

La idea de la bienal siempre fue mostrar la diversidad artística de distintos países, subrayar la frescura y la innovación y mostrar qué están haciendo actualmente los artistas latinos e hispanoamericanos que viven en Nueva York, según explicó Ramos a Efe.

Ciertos temas subyacen en su producción artística, identificados por los curadores como "Adrenalina", o referente a la violencia; "A Wild Eye", relacionado con la naturaleza; y "Art Agora", sobre la dimensión pública del arte.

La inmersión en una "cultura de guerra" se plasma en obras como la del argentino Augusto Zanela, que ha pintado una enorme diana en la entrada de la galería principal de manera tal que desafía la percepción del espacio y convierte al propio museo en blanco.

La percepción del riesgo se materializa de forma poética en las esculturas del mexicano Alejandro Almanza Pereda, construcciones de frágiles bombillas que sostienen bloques de cemento.

El tema de la violencia también se manifiesta en una suerte de "obsesión con la carnicería", según Fuentes.

El venezolano Pedro Cruz-Castro utiliza el cuero mismo del animal para quemar en él los dibujos de una vaca, una cabra y un caballo desmembrados, secciones que sugieren el trabajo de un carnicero y, al tiempo, al cuerpo infligido por la enfermedad o la guerra.

De forma semejante, la argentina Tamara Kostianovsky utiliza su ropa vieja para modelar esculturas en forma de vacas descuartizadas que, como animal símbolo de su país, hacen referencia a su condición de inmigrante y, a su vez, a los heridos y muertos de la guerra.

La guerra también es sujeto en los íntimos -y ahora públicos- diarios del artista peruano Renzo Ortega, y se convierte en objeto de arte en la obra del venezolano Alessandro Balteo, que ha modelado la infraestructura petrolera iraquí al estilo de un móvil de Calder.

Otras alusiones a la historia del arte están presentes en las pinturas del chileno Germán Tagle, que destruyen la belleza de sus superficies ornamentadas, y en los dibujos conceptuales de la mexicana Norma Márquez Orozco que, como Andy Warhol, deja a la discreción del curador la manera en que deben ser presentadas.

El chileno Cristóbal Lehyt, en tanto, cede la autoría de su obra a los empleados del museo, al invitarlos a dibujar sobre las paredes una serie de imágenes que ha creado previamente a partir de otras apropiadas de los periódicos y otros artistas.

La política, un asunto que suele destilar en el arte latinoamericano, es abordada por el venezolano Eduardo Gil en su "Atlas de Bolívar", una colección de postales, fotos y objetos de los distintos pueblos llamados Bolívar que existen en EE.UU..

El tema de la inmigración es retomado en tono irónico por la fotógrafa mexicana Dulce Pinzón en su serie "La verdadera historia de los Superhéroes", en la que los explotados inmigrantes se convierten en los Batman y Robin de esta sociedad de consumo.

En la muestra también destacan las fotografías del cubano Luis Mallo, los bordados de la mexicana Blanka Amezkua, la documentación fotográfica de la española Adriana López Sanfeliu y la instalación de la neoyorquina Mary Valverde.