Entrevista |

Pablo Martínez: “¿Renovar? Estoy en un buen sitio para disfrutar, pero tenemos que hablar”

“Cuando llegué, tenía un objetivo (subir), espero que lo cumplamos. Así, si no firmo otra vez, mi mente se quedará tranquila por dejar al Dépor en el fútbol profesional”, confiesa el central galo con su futuro en el aire

Pablo Martínez habla de su renovación con el Deportivo y del ascenso

Xane Silveira

Xane Silveira

Xane Silveira

En menos de dos temporadas, el carácter de Pablo Martínez (Orange, 1989) le ha convertido en un jugador fundamental para la grada y el vestuario blanquiazul. A sus 35 años, solo pide “disfrutar” de un fútbol que le ha regalado dos años de pasión compartida en una ciudad que todavía le vuelve loco. “Sales con buen tiempo y de repente, buah, bromea después de un entrenamiento marcado por la lluvia.

¿Cómo está su rodilla?

La verdad es que hoy (por ayer) me dolió. A veces me pasa. Es una lesión jodida porque es un ligamento. Se trata solo. Hay que esperar un poco, pero a veces sí que me duele. Me molestó en el calentamiento este fin de semana, cogí un antiinflamatorio y pasó. Es un poco jodido, pero es como lo de Lucas, es igual.

¿Qué tiene Lucas?

Yo creo que igual, ¿no? Hay que preguntárselo al médico y lo dirá. Pero sí, lesión jodida.

Buen regate.

Casi, casi (se ríe).

¿El futbolista juega con dolor?

Casi cada partido. Siempre tenemos algo. Al entrenar siempre hay algún golpe o alguna molestia muscular. Es muy raro estar al 100% de todo. Estamos acostumbrados.

¿Cómo lo gestiona durante un encuentro? ¿Necesita protegerse?

No, protegerme yo no lo hago nunca. Yo doy mi vida en el campo. Se vio en la jugada que marcó Lucas de falta, yo fui a por todas y me lesioné. No pasa nada, sale otro jugador que lo hará bien.

A Dani Barcia, ¿cómo lo ve?

Es la hostia. Un chaval muy trabajador. Está esperando su día. Yo cuando me lesioné, no tenía dudas de que lo iba a hacer muy bien. Es un chico que no dice nada, coge lo que le toca. Antes del Celta hablé con él. Le dije: ‘Lo siento, merecías jugar, pero sabemos cómo es el fútbol, tu tiempo llegará’. Y pasará muy pronto. Va a cumplir muchas cosas.

Nueve partidos para el final del campeonato. ¿Tiembla el pulso?

Para nada. Estamos donde queremos estar y estamos trabajando muy bien. No nos metemos presión. Trabajamos bien y vamos partido a partido. No vemos más allá.

¿Ha sido ese el gran cambio?

Yo creo que sí. Creo que cambió más en las semanas y los entrenamientos. Trabajamos más duro, vamos a tope y se nota en los domingos. Nos sentimos más fuertes, hay más ritmo, y eso es gracias al trabajo de la semana.

Idiakez es intervencionista. ¿Cómo es un descanso de un partido?

Tenemos siempre cinco minutos para hablar entre nosotros y después el míster nos dice qué hicimos bien y qué tenemos que corregir. Pero en el vestuario hay muchos jugadores con experiencia y muchos años de fútbol. Cuando vemos una cosa en el campo, a veces es difícil hablarlo por el ritmo de juego, pero en el descanso nos lo decimos. Intentamos arreglarlo nosotros mismos, aunque el míster también lo ve.

Forman una defensa veterana y habladora. ¿Ayuda?

Yo creo que es importante que en un equipo haya jugadores que hablen en el campo para intentar agregar cosas. Somos un equipo que presiona muy alto y a veces olvidamos qué tenemos detrás. Queremos tanto robar la pelota que a veces no vemos qué sucede y es peligroso. A mí me gusta mucho jugar así. La gente va a todas, tenemos que apretar muy alto, estamos siempre en la mitad del campo hacia adelante y tenemos que correr mucho para atrás.

¿Cómo está su contrato?

Se acaba este año. Hay que hablar con la dirección a ver qué hacemos. Yo estoy contento aquí. Es un club y una ciudad que me encantan. Pero hay muchos parámetros que entran en juego, también la familia. Mis hijos están contentos, pero a mi mujer estar lejos de Francia le cuesta. Es un país que no conoce, una lengua que no habla. Yo estoy contento. Es verdad que no me quedan diez años, pero quiero disfrutar. Estoy en buen sitio para hacerlo, pero tenemos que hablar.

"Se acaba este año. Hay que hablar con la dirección a ver qué hacemos. Yo estoy contento aquí. Es un club y una ciudad que me encantan. Pero hay muchos parámetros que entran en juego, también la familia"

Pablo Martínez y su contrato

Ahora se representa a sí mismo.

Tenía un repre que ha cambiado de trabajo. No necesito a nadie porque conozco el fútbol. Y para hablar con el club ya estoy dentro. Sé cómo funcionan las cosas.

¿Le gusta el mundillo?

No voy a mentir. Los contratos siempre los habla mi mujer, que los gestiona bien. Toda mi carrera deportiva mi representante trataba con los clubes, pero los contratos los llevaba mi mujer. Hablaré con ella y ella me dirá.

¿A qué le da prioridad?

Lo más importante es la familia. Antes de venir aquí tenía una oferta de Turquía con una nómina de locos. Pero hay que buscar el punto intermedio entre el fútbol, la familia y el bienestar. Cuando me llamó el club, vi un poco la ciudad, hablé con mi padre y claro, este equipo suena de locos. Todo el mundo conoce al Dépor. Y yo dije: ‘prefiero ganar algo menos y vivir algo especial aquí que ir a Turquía a coger el dinero’. Entonces hay que ver. Y hay que ver con las mujeres. Lo dejan todo por ti. Llevo 15 años con ella, somos uno y esto siempre lo hablamos juntos. Tenemos que estar contentos los dos, los cuatro mejor dicho, con los niños. Ella dejó su vida por mí y hay que devolver eso.

¿Encontró lo que buscaba?

Es de locos. Yo no me esperaba tanto. La afición del Dépor me ha acogido con el corazón. No soy un jugador fantástico, pero me dejo todo en el campo. Me equivocaré, pero nunca bajaré los brazos. Eso a la gente creo que le gusta.

"Es una locura esto, juegas a 600 kilómetros y el campo está lleno de deportivistas. Yo eso no lo he vivido en mi vida"

Pablo Martínez

¿Dejar una ciudad o un club en el que uno es feliz es duro?

Me pasó en Estrasburgo. Pasé dos grandes años. La afición me quería mucho, como aquí, pero el club tardó demasiado en ofrecerme un contrato y vinieron varios clubes, entre ellos el de mi ciudad, donde nací. Yo soy muy directo. Cuando el Nimes me mandó el contrato, lo cogí y se lo mandé al Estrasburgo. Les pregunté si podían acercar la oferta y me dijeron que No. Me hicieron una para decir que me la habían hecho y que yo la había rechazado y me había ido. Me dolió porque me gustaba mucho la ciudad y la afición. Mis hijos nacieron allí. Pero esto es el fútbol, es así, somos mercancía. Hay momentos que te toca irte y te vas. Pero me quedo con el buen recuerdo de la ciudad.

La parte buena es que el cariño de la afición perdura.

Pues ojalá, ojalá se queden con una buena imagen de mí. Yo intento dar la mejor siempre. Sentí este escudo desde el principio. Es una locura esto, juegas a 600 kilómetros y el campo está lleno de deportivistas. Yo eso no lo he vivido en mi vida. Cuando ves eso, quieres hacer más y darlo todo. Yo cuando firmé aquí, dije que tenía un objetivo claro (ascender). No lo cumplí el primero, pero espero que en el segundo podamos. Así, si no firmo otra vez, mi mente estará tranquila por dejar al club en el fútbol profesional.

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