La hipoteca inversa se mantiene al margen de la crisis. Así lo revelan datos de Caixa Galicia -la única entidad que dispone de este producto para los jubilados gallegos- que indican que durante el año se cerraron 52 operaciones de este tipo por un valor total de 11,8 millones de euros. Aunque la entidad no ha especificado el número de contratos que se hicieron en 2008, fuentes de la caja han explicado que las cifras con respecto al año pasado "se mantienen estables porque es un servicio muy específico y minoritario". En España, el número de entidades que lo ofrecen también es reducido (Bancaja, Caja Madrid y Caixa Sabadell, se cuentan entre ellas).

La hipoteca inversa es un producto poco conocido y del que no se hace publicidad. Desde Caixa Galicia reconocen que se ofrece si el cliente la pide: "El cliente tiene que estar muy seguro de que la quiere y no es uno de los negocios más fuertes". El desconocimiento de este contrato suele ser habitual entre el grupo de personas a las que se dirige: los mayores de 65 años, y se puede definir como la operación contraria a hipotecarse. Esto es que, en lugar de comprar a plazos una vivienda, consiste en ir recibiendo a plazos el dinero que se obtendría de la venta de un inmueble.

El titular continúa viviendo en ella hasta que fallece, momento en que los herederos pueden hacer frente al pago del préstamo que el banco ha dado al propietario, o la entidad se queda con el piso, que es la garantía del préstamo (normalmente lo pone en venta y entrega a los herederos el dinero restante de la venta).

El producto tiene como objetivo proporcionar a personas mayores una renta adicional que aumente su calidad de vida, aunque la práctica demuestra que no es una operación recurrente. "En Galicia sobre todo porque la gente del norte suele ser más reservada y hay un poco de desconfianza, a la gente le parece como que va a perder el piso, que es donde se han invertido los ahorros de toda la vida", aseguran los portavoces de la entidad.

Esta modalidad de crédito surgió hace unos años en España pero no ha llegado a cuajar, al contrario que en los países anglosajones, donde es una práctica muy habitual. Expertos de este negocio reconocen, sin embargo, que para la mayoría de los jubilados sería la solución a sus problemas económicos porque muchos viven en pisos cuyo valor se ha multiplicado con los años, y tienen en sus manos un producto rentable al que se le puede sacar provecho económico.

Además de este producto, existen otros que permiten a las personas mayores obtener liquidez del valor de un inmueble. Es el caso de la hipoteca pensión, que consiste en suscribir un crédito hipotecario sobre una vivienda y con el dinero obtenido contratar una pensión vitalicia. La pensión percibida dependerá del montante de la hipoteca y de la edad del titular.

La vivienda pensión es otra modalidad y se trata de la venta del piso y la formalización de una pensión vitalicia con una compañía aseguradora. El titular deja de ser propietario, aunque sigue viviendo en la casa porque conserva el usufructo de la misma.

Por último, la cesión para alquiler es para aquellos que no quieran perder la propiedad del inmueble y prefieren mudarse a otra vivienda (una residencia para personas mayores, por ejemplo). En este caso, si el titular necesita dinero para poder pagar la nueva residencia, cede la vivienda a una entidad que se encarga de alquilarla y le garantiza el pago de ciertos ingresos al propietario (esté el inmueble alquilado o no en ese momento).