En época de crisis cualquier idea para reactivar la economía se acoge con optimismo. La Consellería de Economía fijó el año pasado su mirada en la minería con el objetivo de lograr que el sector, con 520 minas activas, triplicase en una década su facturación, que un informe del Instituto Geológico y Minero de España cifra en 700 millones de euros con un volumen de 6.300 empleados. Para ello revisó los permisos de explotación caducados y los volvió a sacar a concurso, pero solo uno de cada cuatro derechos licitados han sido reclamados por una nueva empresa. El resto ha quedado desierto. Desde Economía apuntan que las expectativas de crecimiento para el sector no se centran solo en los concursos mineros.

A comienzos del año pasado la Consellería entonces dirigida por Javier Guerra y ahora pilotada por Francisco Conde sacó 175 minas a concurso en A Coruña y otras 121 en Ourense con el objetivo de que explotaciones en desuso por haber superado el período legal de su concesión volviesen a ser productivas en manos de las empresas que lo deseasen. Economía emitió el pasado noviembre una resolución en la que detallaba que habían sido admitidas a trámite 37 solicitudes en cada una de las dos provincias, es decir, 74 de 296 explotaciones, según la información que consta en el DOG.

Economía sacó a concurso otra cifra similar de derechos de explotación minera caducados en Pontevedra y Lugo, pero los procesos aún no han concluido. "Se está trabajando en ello", apuntan fuentes de esta Consellería.

Durante los próximos tres años las empresas que han recibido la licencia para explotar minas donde los permisos ya habían caducado podrán realizar prospecciones en busca de una futura rentabilidad. En caso de no hallarla, podrían renunciar al negocio y dejar la mina en desuso, como establece la legislación. Si siguen adelante, contarán con un permiso de explotación de entre 25 y 30 años.

Las arcas autonómicas poco se beneficiarán, pues Economía recibirá tan solo como ingreso de estas empresas las tasas administrativas correspondientes. El canon que se aplica al material obtenido será ingresado en las arcas estatales, reconocen en el departamento de Francisco Conde.

Hace un año el director xeral de Enerxía e Minas, Ángel Bernardo Tahoces, mostraba su confianza en el proceso para revitalizar el impacto de la minería en el producto interior bruto gallego, con la meta de que pasase de un peso actual del 2% al 6%, equiparándose al naval y diversificando su oferta, hasta ahora centrada en las piedras ornamentales, como el granito o la pizarra.

El campo gallego ofrece también otras posibilidades como el oro, la andalucita, el zinc, la plata, el litio, usado para las baterías de teléfonos móviles y ordenadores, o el tantalio. El oro ya ha atraído a empresas extranjeras para explotar prospecciones en Corcoesto (A Coruña), donde los vecinos se oponen y denuncian la contaminación del río del pueblo, Ribas de Sil (Lugo) y San Xoán de Río y Trives (Ourense). Desde el inicio de la crisis el oro ha disparado su valor hasta batir récords. La onza vale hoy 1.300 euros, en 2003 apenas superaba los 300.

Alguna empresa presente en Galicia -la mayoría son de capital canadiense, estadounidense y surafricano- superó esos tres años de investigaciones y aún no ha logrado extraer de manera continuada esos materiales en una comunidad que vivió hace décadas la fiebre no solo del oro en Corcoesto y en general la comarca coruñesa de Bergantiños, sino también del wolframio, en esa misma zona, si bien la última explotación se cerró en 1982.

Entre los ejemplos de apuestas de capital foráneo por los tesoros minerales de Galicia está la mina en Forcarei de la canadiense Solid Mines, que desde 2003 busca coltán, clave para nuevas tecnologías y baterías, y que hace dos años solicitó más permisos para proseguir su búsqueda en la comarca del Deza.