Que Caixa Galicia arrastraba un enorme lastre vinculado al sector inmobiliario era un secreto a voces en A Coruña cuando la crisis llamaba a la puerta de Europa tras el batacazo de las hipotecas subprime en Estados Unidos. Pero José Luis Méndez, exdirector general de la entidad, todavía presumía sobre el papel de dirigir la sexta caja de ahorros de España.

Dos años después, en septiembre de 2009, la entidad tenía unos activos de 45.094 millones y 36.235 en créditos a la clientela, prácticamente el 80% de su activo. La auditoría previa a la fusión de las cajas que la Xunta encargó en 2010 a la consultora KPMG -realizada con datos de septiembre de 2009, un año y dos meses antes de la fusión- revelan que los técnicos calcularon que Caixa Galicia tendría que hacer frente a unas pérdidas de 1.793 millones de euros por los créditos vinculados al ladrillo. De ellos, 1.500 se correspondían con el sector promotor-constructor.

La situación en Caixanova no era, al menos de partida, mucho mejor. La entidad pontevedresa contaba con unas pérdidas estimadas vinculadas al ladrillo de 1.301 millones, de los que 1.131 provendrían del sector promotor, aunque contaba con un mayor volumen de provisiones para hacerles frente.

La cartera de crédito promotor-constructor de la caja que dirigía José Luis Méndez ascendía a 7.991 millones de euros, mientras que la de Caixanova estaba valorada en 6.622 millones, aunque la viguesa tenía guardado en su colchón de provisiones específicas para ese riesgo 565 millones, el 49%, mientras que el de Caixa Galicia era de 472, del 31,4%, de ahí que la que tenía su sede en A Coruña afrontase su último año en solitario con la necesidad de cubrir 1.028 millones, frente a los 566 a los que se enfrentaba Caixanova. Y eso que inicialmente esta entidad tenía una exposición al crédito promotor sobre el total de su cartera crediticia superior, del 31,5%, frente al 21,2% de Caixa Galicia.

El peso de los activos (inmuebles) adjudicados también era mayor en las cuentas de Caixa Galicia, tasados en 2.087 millones de euros, frente a los 702 de Caixanova, lo que habría incrementado las pérdidas de Caixa Galicia en 876 millones, y las de Caixanova en165. En total, entre créditos y adjudicados, la caja gallega sumaba unas pérdidas económicas estimadas, según KPMG, de 2.669 millones. En la viguesa, por su parte, ascendían a 1.466 millones.

La auditoría señala que la fusión de las dos cajas daría como resultado una entidad "con perspectivas de viabilidad" con un ajuste de plantilla de 1.279 empleados (17% del total) y el cierre de 280 oficinas y aunque sus autores dejan muy claro que no opinan sobre si debe o no ejecutarse la fusión, proponen que de plantearse se hiciera desde un punto de vista contable con Caixanova como entidad "adquiriente".