La crisis está impulsando cambios profundos en el mercado laboral. En España los puestos de trabajo fijos y a tiempo completo ya suman menos de la mitad de los cotizantes a la Seguridad Social. Y en el mundo anglosajón se expande el concepto gigonomics para describir una realidad caracterizada por la externalización de funciones por las empresas, los contratos ocasionales de profesionales sin vínculo con las compañías y el autoempleo.

Se trata de profesionales que trabajan de forma independiente para diversas empresas, sin ningún sentido de pertenencia y lealtad, y en muchos casos para realizar tareas breves, esporádicas y sin continuidad. La relación laboral desaparece, la vinculación dura lo que perdure el proyecto y la empresa solo demanda sus servicios cuando los precisa. El vocablo une la palabra economía con el término gig (concierto), en alusión a los recitales esporádicos de algunos grupos musicales en los pubs.

Las palabras nuevas que se ponen de moda tienen un elevado riesgo porque inducen a creer que la realidad que describen también es inédita. El trabajo autónomo y por cuenta propia, los profesionales independientes, los freelance, la externalización por las empresas (outsourcing) de funciones y tareas consideradas no inherentes al negocio propio o que se precisan sólo de forma episódica e incluso la subcontratación de algunas fases del proceso productivo son prácticas habituales desde hace mucho tiempo.

No es un modelo único

Tampoco parece verosímil, como apuntan algunos analistas de la gigonomics, que éste vaya a ser el único modelo de relaciones laborales en el futuro y que el mundo del trabajo como se ha conocido esté periclitado. Las automovilísticas pasaron de ser fabricantes integrales de coches a ser ensambladoras de componentes subcontratados a proveedores, pero no por ello renunciaron al empleo propio. Las empresas necesitan alma, talento, conocimientos, tecnología, identidad, destrezas y habilidades propias para diferenciarse. Y esto lo dan los equipos interactuando y labrando un espíritu corporativo, que es expresión de valores e intangibles que no pueden subcontratarse ni deben compartirse con la competencia.

Lo que se está produciendo con la crisis es un agudizamiento de la eventualidad y la precariedad laborales y de las mermas salariales y una intensificación de la reducción de las estructuras empresariales.

Esto está forzando la aparición de autónomos y de éxodo laboral ante la imposibilidad de encontrar un trabajo por cuenta ajena digno, seguro y a largo plazo. Como cualquier cambio social, será un desafío para las empresas, los estados y la ciudadanía.

La transformación del mercado laboral generará modificaciones en otros ámbitos de la economía y de la sociedad. Exigirá ajustes en los comportamientos económicos, las relaciones sociales, los valores culturales, las pautas de convivencia, la estructura y funcionalidad de las familias, la natalidad y la demografía, las decisiones y expectativas de los consumidores, y la operatividad de los mercados inmobiliario, bancario, de inversión y de bienes de consumo. Y también en los servicios públicos, el sistema de pensiones, el Estado de Bienestar y la capacidad recaudatoria del fisco. Y no todos (incluidas muchas empresas) sabrán adaptarse a estas mutaciones.