La Bolsa de Atenas sufrió ayer la mayor caída de su historia. Reabrió tras cinco semanas de cierre por el control de capitales y sufrió un desplome del 16% que no produjo contagios en las principales bolsas europeas. En España subió el 0,76% por el alza de los principales valores, en sintonía con la mayoría de las plazas europeas. Mientras tanto, el Gobierno de Alexis Tsipras continuó ayer con sus negociaciones contra reloj con los representantes de los acreedores de cara a un tercer rescate.

Se había dado por descontado que la reapertura de la Bolsa de Atenas -que el presidente de la Comisión del Mercado de Valores, Kostas Botópulos, había calificado de un primer paso hacia la normalidad- iba a convertirse en un lunes negro. Finalmente, la caída, que en la apertura rozó los 23 puntos porcentuales, se quedó en algo más de un 16%.

Todos los analistas partían de la base de que la reapertura iba a ser dramática habida cuenta de que los inversores nacionales apenas tienen margen de actuación por el control de capitales que sigue vigente. Mientras que los internacionales pueden efectuar compras y ventas con completa normalidad, los nacionales siguen sujetos a las drásticas restricciones que impone el control de capitales. De esta forma los inversores griegos solo pueden comprar acciones con fondos que procedan de sus antiguas reservas, pero no recurriendo a sus cuentas bancarias normales.

Esperada era también la caída especialmente acentuada en los títulos de los bancos, que se han desplomado un 30%. En los últimos meses los bancos griegos han sufrido una fuerte salida de depósitos lo que, sumado a la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de cerrar el grifo de los créditos de emergencia, había llevado el pasado 29 de junio al Gobierno a imponer un corralito de tres semanas.

Al mismo tiempo, el Ejecutivo izquierdista intenta lograr a contrarreloj un acuerdo que permita solventar la crisis de los bancos e insuflar algo de oxígeno a la economía, amenazada de un nuevo golpe de recesión para este año a raíz de todos los problemas de los últimos meses. El viceprimer ministro, Yannis Dragasakis, reconoció el pasado fin de semana que la economía podría llegar a retroceder este año hasta un 5%, lo que supone un golpe adicional a las negociaciones que comenzaron sobre un preacuerdo en el que el punto de partida era un crecimiento del producto interior bruto del 0,5%.

Los representantes de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y el Mecanismo Europeo de Estabilidad continuaron ayer su análisis en el Ministerio de Trabajo, con el punto de mira en la reforma del sistema de jubilaciones y el mercado laboral, que forman parte de la hoja de ruta para el tercer rescate.

El ministro de Trabajo de Grecia, Yorgos Katrúgalos, aseguró que la sesión transcurrió en un "clima constructivo" y respecto a la reforma del sistema de pensiones manifestó que el Gobierno está dispuesto a legislar siempre que las medidas resultantes "garanticen la sostenibilidad de un sistema de Seguridad Social socialmente justo y racional".

Según los medios locales, el Gobierno quiere alcanzar un acuerdo antes del 18 de agosto que posibilite el desembolso de un primer gran tramo de la ayuda, para así dos días después poder devolver al BCE 3.200 millones de euros que vencen ese día. En total, Atenas espera poder obtener 24.000 millones, de los cuales 10.000 irían a la recapitalización de la banca, 5.000 para que el Estado pueda pagar retrasos a sus proveedores y cerca 7.200 para devolver el crédito puente que obtuvo Grecia en julio. El monto total del tercer rescate podría ascender a 86.000 millones de euros, de los que 25.000 podrían destinarse a los bancos. Para ello, sin embargo, Grecia debería acometer nuevas reformas.