Elaborados Metálicos SA (Emesa), la factoría de Coirós que hasta 2008 fue un referente mundial en la construcción e instalación de estructuras metálicas singulares, tendrá una tercera oportunidad. Eso al menos promete darle el grupo de ingeniería SOIL, con sede en Madrid y origen en Andalucía, que ayer anunció la compra de la planta coruñesa a la multinacional del sector Isolux Corsán.

El objetivo de los compradores es "recuperar la actividad de Emesa a niveles previos a la crisis" e incrementar el empleo, según detallaron ayer en el comunicado. Ni SOIL ni Isolux revelaron el volumen de la operación de compraventa pero algunas fuentes especularon con un precio de 18 millones de euros a cambio de asumir la elevada deuda de Emesa. La compra fue una sorpresa para los trabajadores, que fueron informados ayer mismo del acuerdo que, confían, dé un futuro próspero a una fábrica con una actividad actualmente testimonial.

SOIL, especializada en la construcción de plantas de tratamiento de aguas y de residuos, compra una factoría inaugurada en 2004 con algo más de 100.000 metros cuadrados y una plantilla que se redujo un 82% desde 2008, hasta los 70 trabajadores que tiene actualmente, tras encadenar siete Expedientes de Regulación de Empleo (ERE). Con esta operación, el grupo busca consolidar su presencia en Galicia, proseguir su expansión, diversificar sus líneas de negocio y relanzar la actividad de Emesa; "conseguir un aumento de la producción, mejorar su rentabilidad y crear nuevos puestos de trabajo", según explicó ayer.

El presidente del comité de empresa de Emesa, Óscar Iglesias Ulla, explicó que la dirección de Isolux les comunicó ayer mismo la venta, una operación que ven con la esperanza de que sea el espaldarazo definitivo a la factoría y que SOIL cuente pronto con obras para dar carga de trabajo a sus operarios. "Entendemos que si hacen el esfuerzo de comprar esta planta, será para apostar por ella, pero hasta que no tengamos carga de trabajo no estaremos tranquilos", comentó. Juan Naveira, secretario del comité, da por hecho que se abre una etapa "ilusionante" después de muchos años de incertidumbre. "Isolux quería vender y no mostraba mucho interés en esta fábrica y afortunadamente apareció un comprador", añadió.

El grupo evitó revelar en el comunicado de venta y a preguntas de este diario los detalles de la operación, aunque algunas fuentes sostienen que pagó tan sólo 18 millones de euros tras asumir la elevada deuda de la planta. La compañía deja claro que Emesa mantendrá su nombre, marca y sede en Coirós, aunque integrada en el grupo SOIL, pero también que considera necesario "reforzar la eficiencia y la productividad de la compañía, mejorar su competitividad y asentar así las bases de su crecimiento futuro", además de apostar por "la excelencia" para "recuperar la confianza de los clientes". Con esta receta, su director general, Luis Mingo, confía en volver a convertirla "en un referente internacional", aunque es consciente de las dificultades que atraviesa Emesa.

Y es que Emesa, fundada en el polígono de A Grela en 1958, fue el grupo del que surgió Emesa Trefilería, que se escindió en 1983 y acabó por cerrar en 2012 tras despedir a 71 operarios. Elaborados Metálicos SA fue adquirida en 1999 por Isolux Corsán, que levantó una nueva planta en Coirós, adonde trasladó su actividad en 2004. Entonces, la firma ya era pionera en la construcción de torres eólicas y un referente mundial en la construcción de formidables estructuras metálicas, como los tirantes de acero del puente de Rande, en Vigo, o las estructuras de la Filarmónica de París, la estación del tren de Lieja (Bélgica) y, más recientemente, en el nuevo World Trade Center de Nueva York. Las estructuras de Emesa están de hecho presentes en muchas de las obras del espectacular -y polémico- arquitecto Santiago Calatrava.

La crisis y la paralización del desarrollo eólico -con la suspensión del concurso gallego, primero, y la eliminación de las primas a las renovables, después- arrojaron a Emesa a un profundo parón que la llevó a encadenar hasta siete Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) desde 2008, el primero de ellos, para 86 trabajadores.

Emesa lleva años con una carga de trabajo testimonial y sus operarios trabajan actualmente en la reforma de la central del Xallas (en la construcción de los nuevos conductos de agua) y en estructuras metálicas para estaciones de tren de Argelia, aunque el comité de empresa reconoce que la carga de trabajo es aún muy baja. De hecho, el comité de empresa negoció con la dirección de la planta hace semanas una bolsa de horas de descanso retribuidas que la compañía tiene derecho a recuperar hasta el próximo mes de abril. Algunos de los operarios llegaron a estar hasta un mes en su casa cobrando el sueldo íntegro, lo que generó cierta intranquilidad.

La venta de Elaborados Metálicos SA se produce después de que Isolux Corsán anunciase en junio la escisión de la planta del grupo en beneficio de la sociedad Emesa Activos Singulares, lo que alarmó a los trabajadores al abrir la puerta a su venta, como adelantó entonces LA OPINIÓN A CORUÑA. La compañía negó que este fuese su propósito y hace semanas comunicó a sus trabajadores que el proceso de escisión había sido paralizado, supuestamente porque la operación estaba ya a punto de cerrarse.