José María Álvarez (Asturias, 1956) acaba de superar los primeros seis meses al frente del sindicato UGT tras un congreso general de elevada tensión interna en el que se retiró el histórico dirigente Cándido Méndez. El líder que apoyó el independentismo catalán hace autocrítica de las centrales sindicales

-Como sindicato vinculado al PSOE, ¿qué consejo le daría en estos tiempos tan convulsos al secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez?

-Mi misión no es dar consejos. Si acaso a Sánchez y al resto de fuerzas políticas progresistas les diría que la ciudadanía exige cumplir los compromisos adquiridos con los electores. Eso significa hacer un programa de gobierno que recoja las necesidades perentorias de los trabajadores en materia de empleo, sector público, pensiones o protección social. De todo eso Rajoy no dijo nada en el debate de investidura. Lo único que hizo es justificar las bondades de la reforma laboral mientras siete de cada diez ciudadanos quieren cambiar las políticas económicas y laborales de este país.

-¿Cuándo habrá Gobierno?

-Cuanto antes mejor. El problema es cuándo habrá cambio de políticas en España.

-¿Vienen tiempos de huelgas generales como en Francia?

-Estamos en puertas de movilizaciones importantes si las cosas no cambian. Tampoco vamos a quedarnos en casa viendo cómo se recortan derechos laborales. Debemos recuperar la iniciativa.

-¿Y volver a la calle?

-Por supuesto. He estado recientemente en París para participar en sus movilizaciones contra el Gobierno. En España una parte de la ciudadanía piensa que el sindicalismo no ha estado a la altura de las circunstancias y hemos de dar respuesta a esa opinión mayoritaria. Debemos plantear de manera clara la confrontación cuando se aprueban medidas que recortan derechos. Y continuar en la calle con más contundencia.

-¿Deben subir los salarios?

-Los salarios tienen que subir en proporción a los beneficios de las empresas. Porcentualmente se fijará tras reunirnos con Comisiones Obreras y discutirlo con la patronal. Tiene que haber un cambio en las políticas salariales. Estamos en el 1,09% de aumento medio en el último año cuando habíamos firmado un 1,5%. Eso dicen los convenios, si bien los salarios reales habrán subido menos. Tenemos que reflexionar sobre el reparto de la riqueza para que no vaya solo a los accionistas y se reparta de manera equitativa con los trabajadores.

-La Justicia europea acaba de fallar que la indemnización debe ser igual para temporales y fijos. ¿Habrá que reformar en España el Estatuto de los Trabajadores?

-Esa sentencia es fruto del acuerdo entre la patronal y la confederación europea de sindicatos europeos. Nos sentimos parte. Hablamos del sector público y del privado así como de condiciones de trabajo y salarios. Estamos trabajando para que se adapte a España.

-Recientemente usted ha dicho: "Tenemos que conseguir que haya trabajadores del PP en UGT". ¿Cuándo será eso?

-Muchos o pocos ya son una realidad. Tenemos que conseguir que UGT sea un sindicato cómodo para las personas que trabajan con independencia de que sean de un partido u otro. Ideológicamente somos un sindicato socialdemócrata, pero trabajamos con la perspectiva de conseguir derechos sin mirar a ninguna fuerza política. Dicho de otro modo, reivindico la independencia del sindicato frente a los partidos políticos.

-¿A cuánto debe subir el Salario Mínimo Interprofesional?

-A 800 euros en 2017 y llegar a 1.000 euros al final de la legislatura. Es una manera de aumentar salarios y mejorar la propia caja de la Seguridad Social, de impulsar el consumo y, además, el empleo.

-La afiliación sindical cae.

-Me preocupa mucho.

-¿A qué lo atribuye?

-Sobre todo al aumento del desempleo. Eso afecta al 90% de las bajas del sindicato. Puestos a hacer autocrítica han influido los casos de corrupción que han salpicado al sindicato [caso de los ERE y los planes de jubilación en Andalucía]. Por eso en el último congreso se apostó por la transparencia y apartar de manera inmediata a cualquier dirigente en caso de investigación judicial en temas relacionados con la corrupción. No supimos reaccionar a tiempo tras el lodazal abierto por la corrupción generalizada. Eso no quiere decir que se haya actuado con contundencia. La ciudadanía no lo ha percibido. Hemos de pasar del buenismo al control dando autonomía a los territorios, federaciones y empresas.

-¿Cómo va la fusión de federaciones en UGT?

-Va en tiempo y forma aunque con algún retraso en el ámbito de las autonomías. Antes de acabar el año debe concluir el proceso de reestructuración [que incluye reducir a tres el número de federaciones] y la descentralización de la acción sindical. Menos estructura y costes burocráticos.

-¿Le preocupa la bajada de la hucha de las pensiones?

-Por supuesto, pero lo que más me preocupa son las causas, que tienen que ver con la caída de ingresos de la Seguridad Social por los menores salarios y cotizaciones. Existe un gran agujero de 3.700 millones de euros dedicados a dar subvenciones para contrataciones. Sin embargo, las empresas no contratan porque tengan ayudas sino porque aumenta la actividad económica y necesitan más personal. Esos recursos podrían destinarse a pagar las pensiones. El Pacto de Toledo tendrá que analizar la situación y habrá que ver las aportaciones futuras de las empresas de la nueva economía y que apuestan por la robotización. ¿Los robots pagarán cotizaciones a la Seguridad Social?