Víctor Nogueira (Santiago, 1957) cogió a finales de mayo las riendas de la Asociación Gallega de Empresa Familiar (AGEF) con el firme convencimiento de que el modelo y los valores de las empresas familiares son "el verdadero motor" de la economía gallega. El presidente del Grupo Nogar, que relevó a Emilio Pérez Nieto (presidente de honor y consejero delegado del consorcio de automoción Pérez Rumbao) al frente de la organización, apuesta por la juventud, la formación, la internacionalización y la colaboración y reclama un marco fiscal favorable y menos burocracia para que los empresarios pueden generar riqueza y empleo. Nogueira es el quinto presidente de la Asociación Gallega de la Empresa Familiar desde su creación en el año 2000.

-¿Qué objetivos se marca al frente de la organización?

-Fundamentalmente una apuesta por la juventud dentro de la asociación, que ya existe. Las nuevas generaciones están muy integradas en todas las funciones de la organización. Es la apuesta de cualquier empresa familiar, de hecho. No hay mejor actividad de cara a la creación de empleo y al desarrollo económico que fomentar el conocimiento y la difusión de la empresa familiar, que es el verdadero motor y el verdadero germen de la economía gallega. Juventud y difusión de la empresa familiar: estos serían mis dos principales objetivos además de los que ya la asociación viene manteniendo desde hace tiempo.

-¿Cuáles son los retos que afrontan hoy las empresas familiares?

-Además de los retos normales que tiene cualquier empresa, como es defenderse en un mercado cada día más competitivo y en el que hay que seguir creciendo e internacionalizándose -para nosotros la dimensión es otro reto-, sin duda la empresa familiar siempre tiene un desafío presente que es el mantenimiento del espíritu familiar y de la estructura familiar dentro de la compañía. Crecimiento, formación, desarrollo, internacionalización y mantener la existencia de la empresa familiar como tal.

-Pocas sobreviven a la tercera generación.

-Yo no le echaría la culpa a la tercera generación. Indudablemente hay menos empresas familiares de quinta generación que de segunda y de tercera. Y seguro que de séptima menos que de quinta. Es normal, las dos primeras generaciones están muy influenciadas por el creador, por el fundador de la empresa: el espíritu se mantiene. El gran desafío, al pasar de la segunda a la tercera generación, es mantener ese espíritu de impulso, de generación y de ilusión. Y normalmente entras en una fase importante, que es decidir si se mantiene la estructura familiar en la gestión o se profesionaliza. Es una decisión a la que toda empresa familiar se tiene que enfrentar tarde o temprano.

-En su empresa, ¿qué valores se han transmitido?

-Nosotros tenemos un modelo en el que hay una muy fuerte integración de la segunda generación. De hecho, todos los hermanos, también los políticos, estamos en la gestión en determinados escalones dentro de la empresa. Con un nivel de compromiso importante. Estás dirigiendo un equipo humano que depende de ti, de lo bien o lo mal que lo hagas dependen no solo tu familia sino otras familias que colaboran contigo. Con una apuesta por la creación de riqueza en el territorio y con un compromiso de reinversión constante de los recursos que se van alcanzando.

-En su primer discurso al frente de la AGEF reclamó un marco fiscal competitivo.

-Nuestro marco fiscal es perfeccionable. España y Europa y tienen características fiscales muy distintas. Pero al final hay una cosa que nos une a todos, el mercado. La empresa que paga 10 y la que paga 35 tienen que vender su producto más o menos al mismo precio. Y la zona donde lo vende es más o menos la misma. Las diferencias fiscales que pueda haber entre diferentes áreas geográficas, ya sean regiones o países, al mercado no le importan. Lo que reclamamos es un marco fiscal que nos permita ser más competitivos. Vivimos en una región periférica con unos costes logísticos mejores o peores en función de hacia dónde te dirijas y lo que tenemos es que intentar ser igual de competitivos que los demás en el aspecto fiscal, que no es un asunto pequeño. Y cuando hablamos de fiscalidad no hablamos exclusivamente de los impuestos de Sociedades o Sucesiones, sino del marco fiscal global.

-¿Qué comunidad lo está haciendo mejor?

-Todos sabemos que hay comunidades en España con mejor tratamiento. Pero ya no te diría en España, sino en otros países. Nosotros competimos con franceses, alemanes, con empresas que están en Gibraltar?

-El pequeño tamaño de la empresa gallega, ¿lastra su crecimiento?

-Recientemente Ignacio Osborne, el presidente del Instituto de Empresa Familiar (IEF), recordó que uno de los temas focales de su mandato es el crecimiento y la dimensión. Creo que el tamaño medio de una empresa en España es de 4,5 trabajadores, en la UE de 5,8, y en Alemania, de 11,1. Claro que es importante. En general es conveniente tender a crecer porque así generas economías de escala, ahorros de costes, etc. La tendencia natural es crecer y tener cada día una mayor dimensión. La empresa familiar, en general, mide mucho el tema del crecimiento; tiene que perderle el miedo manteniendo el respeto.

-Cuesta dar el paso.

-Las empresas tienen, desde mi punto de vista, una primera misión, y puedo sonar muy liberal, pero es estar en beneficios. Si la empresa no da beneficios todo lo demás se viene abajo. Ni desarrolla su función económico-social, ni tiene capacidad para generar impuestos y dejar riqueza en su país ni tiene posibilidad de mejorar las condiciones salariales de su equipo humano, ni tiene posibilidad de crecer. Por lo tanto, el crecimiento no puede poner en peligro la rentabilidad. Por eso la empresa familiar es el modelo adecuado. Su objetivo es crecer manteniendo el patrimonio familiar, siguiendo una determinada estructura, sin condicionamientos como los que puede tener una cotizada... No hay que crecer a cualquier precio, sino con prudencia y sabiendo cuál es el objetivo principal de la empresa.

-¿Cómo ve el auge del norte de Portugal en la captación de inversiones?

-Es el mercado. El mercado, al final, pone a cada uno en su sitio. Aunque en este caso estamos hablando de un mercado con mucha intervención de las administraciones públicas. Los precios del suelo están muy marcados por criterios de valoración y de política de promoción de la industria y el empleo. Sin duda, lo que no vamos a conseguir es que Portugal suba sus precios. Nosotros hemos estado muchos años sin capacidad de generar suelo industrial, entre otras cosas, por la enorme cantidad de trabas burocráticas y administraciones superpuestas que hay. Lo importante es el coste, y no tanto el coste del metro cuadrado, sino el coste de oportunidad. Portugal ha sabido explotar bien el coste de oportunidad.

-Es más una cuestión de agilidad en materia burocrática que de costes.

-España tiene un problema de superposición de administraciones, hay demasiadas capas. Muchísimos proyectos tienen que pasar por dos, tres e incluso cuatro administraciones diferentes. No solo proyectos privados, sino también públicos. Muchas iniciativas públicas están paradas por trabas. Si alguna vez tenemos la posibilidad en este país de hablar de pactos de Estado, éste sería uno de los temas que sin duda habría que tocar: las capas de cebolla que las diferentes administraciones nos obligan a estar quitando hasta llegar al final.

-¿Considera que hay falta de cohesión territorial en Galicia?

-Es una lacra que tenemos en Galicia? Si dejásemos de discutir, mejor nos iría. Sinceramente, este tema me enerva, porque como no estamos ni en el norte ni en el sur, porque estamos en el norte, en el sur, en el este y en el oeste? Al final, los que estamos en todas partes acabamos pagando el pato. Tenemos dos magníficos polos de desarrollo económico en Galicia, como son los entornos de A Coruña y Vigo y lo que tenemos es que ponernos a remar juntos. Lo que me parece espantoso es que esto pase de una simple rivalidad deportiva, que es en lo que tendría que quedar.

-¿Es partidario de que los aeropuertos gallegos compitan entre sí o de que se coordinen?

-Digo siempre lo mismo: el mercado es el que pone siempre a cada uno en su sitio. Fuera subvenciones y ya veremos cuántos aeropuertos sobreviven. Dicho así, suena muy bien, pero tendrían que retirarse las subvenciones de todos los aeropuertos. Soy un sufridor porque tengo que estar cogiendo el avión permanentemente y resulta que en Galicia tengo los mismos vuelos a Madrid en todos los aeropuertos a la misma hora, a las 09.00 de la mañana. ¿Qué es lo que ocurre al final con esto? ¿La consecuencia? Que el aeropuerto que más utilizo es el de Oporto. Por las conexiones internacionales.

-¿Y entre los puertos?

-A nivel portuario, lo mismo. Insisto, el mercado manda. Es el cliente final, el usuario del puerto, el que elige el puerto. Por razones geográficas, técnicas, de cercanía a su centro de producción, por costes, por calidad de servicio? por lo que sea.