El veredicto de las autoridades de la competencia sobre la fusión de las dos cajas gallegas en noviembre de 2010 admitía la "especial incidencia" que la operación tendría en el mercado financiero de la comunidad porque la suma de ambas superaba el 40% de la cuota del crédito e incluso la mitad en el caso de los depósitos. La autorización no puso ninguna condición, a pesar de que, en teoría, todo movimiento empresarial con más del 30% del negocio en un territorio enciende las alarmas. "A pesar de esta elevada cuota de negocio en Galicia, no parece que la nueva entidad vaya a adquirir ventaja competitiva alguna dada la presencia de otros operadores suficientemente relevantes", justificaba el supervisor, con referencias a "BBVA, el Banco Pastor o el Banco Popular". La profunda reconversión del sector que vino después, con uno de sus epicentros en Galicia, convirtió esta argumentación en papel mojado. Pérdida de entidades y oficinas -con el consiguiente cierre del grifo del crédito- llevaron a las cuatro provincias gallegas a niveles altos de concentración bancaria. Quedaba un golpe más. La resolución del Popular y la venta, incluida su filial Pastor, por parte del Santander. La absorción dispara esos niveles todavía más hasta colocar a Galicia con la mayor reducción de competencia en el sistema financiero.

"La función del Pastor hace que las provincias gallegas encabecen el ranking, un mercado altamente concentrado", explica Joaquín Maudos, doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Valencia y uno de los mayores expertos en España en el sector financiero, a partir de su simulación sobre la evolución del sector presentada ayer durante la reunión anual del Foro Económico de Galicia en la Illa de A Toxa.

Las reglas de la buena competencia, como ocurre en Estados Unidos, emplean el índice de Herfindahl para analizar la concentración del mercado. ¿Cuáles son los umbrales que no se consideran excesivos? Que en un territorio no se superen los 1.800 puntos o un alza de más de 200. Pues el incremento con el trasvase del Pastor al Santander provoca una subida de 300 en Lugo, de casi 350 en Ourense y Pontevedra y por encima de los 400 en A Coruña. Las cuatro, sin excepción, saltan la barrera de los 1.800 y en la provincia ourensana el termómetro de la concentración alcanza el nivel de los 2.512.

A pesar de la clausura de más de 900 sucursales en Galicia desde 2008, no hay demasiado impacto para la exclusión financiera. Quedaron 43 concellos sin banco. El 13,7% de los municipios. En ellos viven unas 61.600 personas, el 2,3% de la población. Maudos está convencido de que seguirán los cierres y "aumentará la exclusión" y pide la implicación de la administración para ayudar a que la falta de conexión a internet agrande el problema cuando la banca online es precisamente una alternativa para contrarrestar la pérdida del servicio financiero convencional.

"Es cierto que la situación crea una cierta alarma en Galicia", coincide Francisco Hernández, presidente del Consello Galego da Competencia, en referencia a la operación del Pastor. Hay "hechos incontestables". De 16 entidades de capital gallego en los años ochenta la comunidad pasó a tener solo dos. "No es tan grave dado el tamaño de Abanca -matiza-, que absorbe buena parte del ahorro".

Hernández no disimula que echa de menos que los organismos autonómicos de la competencia tengan voz ante el regulador nacional, la CNMC, para casos de concentración como estos. Más cuando en este caso ni siquiera las autoridades europeas entraron en la información a fondo sobre las condiciones en las que queda el mercado y teniendo en cuenta "que sí puede hablarse de mercado bancario gallego, aunque sea cada vez más difícil". Sin embargo, el máximo responsable del Consello Galego da Competencia recuerda la tendencia a colocar la solvencia como un criterio dominante en la aprobación de fusiones y el reparto de la tarta financiera en Galicia hoy. "Esa concentración creará una empresa con posición dominante -añade-, pero también sirve de contrapeso a Abanca".