"Tenemos un tesoro que no tiene nadie, decenas de miles de ciudadanos, de gente corriente que hace campaña en la cola del paro. Vosotros sois la campaña", dijo ayer el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, que admitió que, cuando participa en un mitin -aunque a éste se le llame acto de rebeldía democrática-, rapea, se deja llevar por la cadencia de las palabras y, en ocasiones, hasta busca una rima escondida en medio de las arengas al pueblo.

Fue por eso por lo que no le molestó que le subiesen la música que le alertaba de que tenía que abandonar el escenario de Palexco. Ante él se sentaban 1.500 personas y se habían quedado fuera, quizá otras tantas, ya que, a eso de las ocho de la tarde, cuando el mitin ya había empezado y las puertas llevaban abiertas una hora y media, aunque ya no podían pasar más seguidores, la fila de aspirantes a entrar en Palexco daba la vuelta al Colón y llegaba hasta el bar Copacabana, en los jardines de Méndez Núñez.

Era el acto central de Marea Atlántica, el que marcaba un punto de inflexión en la campaña y el que daba la oportunidad al candidato a la Alcaldía, Xulio Ferreiro, de medir sus apoyos.

Iglesias hizo ayer guiños al himno gallego, a la realidad política de la ciudad, a la banda sonora de la revolución de los claveles, ese Grândola, vila morena, que describe un horizonte en el que el que o povo é quen máis ordena y no hay otra bandera que la fraternidad.

"Que esa marea se lleve a los mafiosos, a los Pikachus a los Pokemons, a los corruptos, que crezca más fuerte, que se lleve a los amigos de los narcos, esa marea tiene que representar el cambio", inició ayer su discurso Iglesias y no se cansó de repetir que, estas elecciones municipales simbolizan "el principio del fin del Partido Popular en Galicia".

Su testigo lo recogió el candidato a la Alcaldía, Xulio Ferreiro. Reivindicó, una vez más, el carácter artesanal de Marea Atlántica, que se había hecho "con las manos" y con la "generosidad" de los que la integraban y que no estaba sola, porque formaba parte de una red mucho más amplia, apoyada por las candidaturas populares de Madrid, de Manuela Carmena, y de Barcelona, encabezada por Ada Colau.

Y frente a las críticas de esos que dicen que las mareas no son conocidas, que no se sabe de dónde vienen Ferreiro contestó: "Afortunadamente, en los consejos de administración del Ibex 35 nunca nos vieron delante ni nos conocen en los juzgados de instrucción, ni los especuladores del ladrillo ni los vampiros de la troika", dijo el candidato a la Alcaldía, antes de gritar el nombre de todos los barrios de la ciudad, que es donde, asegura, la Marea es conocida. Ferreiro cargó contra las políticas del PP y alertó de que, de no haber "rebelión democrática" habrá "paro, precariedad, tristeza y caos".

En la misma idea abundó Iglesias, en su discurso: "La gente está harta ya. Hay que echarles. Decía Esperanza Aguirre que le molesta la gente sin hogar, que da mala imagen de la ciudad. Lo que da mala imagen es que imputen a dos concejalas", incidió el secretario general de Podemos, en referencia a Begoña Freire y Rosa Gallego.

Y quiso llamar "a las cosas por su nombre" y se ganó aplausos y gritos de "sí, se puede" y puños levantados, como los de los trabajadores de subcontratas de Telefónica, vestidos con su ropa de trabajo, ese que no quieren perder. "Llamamos ladrones a los ladrones, corruptos a los corruptos, narcos a los narcos y cobardes a los cobardes", aseveró, con su habitual ya ceño fruncido. El mismo con el que retó al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a debatir con él y a dejar de ampararse tras "pantallas de plasma". Y el secretario general de Podemos, una de las formaciones que se integra en Marea, hizo un guiño al nacionalismo, el que había reivindicado, minutos antes, su compañero de mitin Antón Sánchez, de Anova. "Que no manchen la palabra patria ni la palabra nación, independientemente de cuál se sienta cada uno", dijo.

El discurso de Sánchez se centraba más en las raíces del proyecto, en ese pelear por los objetivos comunes, dejando a un lado lo que separa a unas y otras siglas. Sánchez recordó ayer a Ánxel Casal y a Federico García Lorca, que murieron con un solo día de diferencia a manos de los mismos verdugos. "Un nacionalista gallego, un republicano español. Esto simboliza perfectamente la necesidad de la unidad popular, porque cuando vienen por ti, no te piden el carné. No te lo piden para desahuciarte, para explotarte, para quitarte los ahorros", sentenció Sánchez.

La portavoz de Esquerda Unida, Yolanda Díaz, prometió "morir con las botas puestas por defender a la gente" e instó a la unidad de la izquierda porque considera que los demás "no entienden de las diferencias" de los partidos. La representante de Equo, Rosa Martínez, quiso reivindicar en su discurso el valor del trabajo de las mujeres y también la lucha por el medio ambiente.