Casas demolidas o encajonadas entre viales; jardines partidos o perdidos; la pérdida de contacto con vecinos que ahora quedan al otro lado de la vía ártabra, construida a una profundidad que en algunos casos ronda los quince metros; vistas a montes que se convierten en vistas a una vía de seis carriles; y el desarraigo obligado de vecinos que deben abandonar el paisaje de toda su vida por una vivienda en otro lugar.

Éstos son algunos de los efectos de la construcción de la vía ártabra, que transformará totalmente la comunicación en la comarca pero que también ha transformado ya la vida de decenas de familias, cuando aún falta más de un año para que se abra al tráfico el primer tramo, entre la carretera Nacional VI y el enlace con Meirás. El conselleiro de Medio Ambiente, Agustín Hernández, anunció que este tramo estará concluido en el verano de 2012. Algunas zonas están muy avanzadas y existen incluso varios accesos que hasta están asfaltados.

El cazo de la excavadora araña las raíces de un pequeño limonero. A su lado un camelio ha sido cortado verticalmente. El jardín va desapareciendo con cada palada. "Fastidiados. El limonero se morirá. También nos van a tirar el cierre porque van a ampliar la carretera a Sada. Pero qué le vamos a hacer", explica la familia que reside en Villa Castro, una pequeña casa al borde de la vía que conduce a Sada, cerca de Castelo. En el lateral de la vivienda los obreros ejecutan estos días uno de los puentes de la vía ártabra.

Existe malestar entre los afectados por las obras y sus expropiaciones pero la mayoría las acepta con resignación. "Esto va a ser un beneficio. Hay que tener paciencia. No creo que tengamos mucho ruido de tráfico, pasa muy abajo. Ahí enfrente está la urbanización As Torres. La segunda fase iba a construirse justo por donde pasa ahora la nueva carretera", explica Manuel Regueiro. En lo que sí están de acuerdo todos es en que "la Xunta paga poco" a diferencia de lo abonado por el Estado en la expropiación para ampliar la N-VI en Nós.

"Ahí abajo estaban las casas número 5 y 7 de la Rúa da Fraga, mis vecinos. Otros, los del número 9, están ahora al otro lado de la vía ártabra, encima del talud. Lo único que queda es este trozo de cierre y el buxo de la entrada de la casa número 5", relata Eugenio Barcia, residente en la zona de Cova cerca de la carretera a Soñeiro. "No creo que se gane mucho con esta carretera. El que sale de Lorbé, si va a la N-VI, allí ya te encuentras atasco. Y si va por la autopista, en Ledoño coge la tercera ronda, y menudo rodeo, no le vale la pena", añade Barcia.