La inhibición del Ayuntamiento de La Coruña en personarse en el caso Someso -se han contabilizado ya unos 20 millones de euros con cargo al bolsillo ciudadano- nos obliga a preguntar: ¿qué intereses defiende en el asunto el Sr. Negreira y su elenco? El vecindario quiere saber si hubo dolo o negligencia en la tramitación del expediente urbanístico y quiénes deben cargar con la responsabilidad de uno de los mayores pelotazos de la era Vázquez. El vecindario, insistimos, exige conocer la verdad, cuya búsqueda, es sabido, exige además de talento, vigor, cualidades difíciles de exigir si corresponde hacerlo a gobiernos municipales cortos en ideas. Cuando esto ocurre, se acentúa la desconfianza en los políticos al observar el ciudadano que la esfera jurídica ha sido vulnerada. Los coruñeses somos víctimas de haber elegido a quienes parecen contraponer los intereses partidarios al bien común. Ausculte el señor Negreira la filosofía de la calle; la gente ya no se resigna a un conformismo de invocación. Ante comportamientos municipales como el que nos ocupa, la opinión pública vive un clima de desconfianza y pesimismo, porque percibe que, además de antiguas penurias estructurales todavía sin resolver, existe un serio problema de dirigencia. Basta leer las pobres declaraciones del presidente local del PP exculpando a Francisco Vázquez -"ya no está en la política"-, mientras el susodicho sermonea su ego democrático por tertulias en la radio de Ernesto (curioso caso de patrimonialización personal de una emisora). La categoría de demócrata no es de quita y pon, conviene recordarlo al exalcalde. Como se dice en La Habana, una cosa es el amor y otra, la cerveza. Al Sr. Negreira, subrayarle que un hombre no es lo que hace sino lo que esconde.

Las quejas por la actuación municipal en Someso alcanzan a todos los sectores, lo mismo sucede en el ofimático. También siguen las relativas a Alvedro, por el trato desigual de la Xunta. Sería higiénico conocer cuánto le supone a los ciudadanos de La Coruña y Vigo verse obligados a forziori a tomar vuelos en Lavacolla, del que además son su mayor fuente nutricia. ¡Para que nos enrostren las estadísticas! ¿Quién nos defiende de tan singulares peregrinaciones?