El equipo rectoral ha alertado de las consecuencias negativas que este drástico recorte en las áreas de investigación en las áreas más tecnológicas y experimentales tendrá en un futuro próximo en A Coruña. El cambio del ciclo económico en España, con menor peso del sector de la construcción, se orienta a un modelo productivo en el que precisamente resultará clave la inversión en Investigación y Desarrollo. La sangría de recursos para investigación deja malparada a A Coruña para subirse al tren del futuro, alerta el vicerrector de Investigación de la UDC, Ricardo Cao.

Apenas unos días después de este aldabonazo, un informe de la Fundación Desarrollo y Conocimiento sobre las expectativas de la universidad española hecho público esta pasada semana, desvelaba que Galicia figura entre las comunidades autonómicas con menor tasa de graduados universitarios. Solo el 23% de los gallegos mayores de 16 años ha finalizado una carrera universitaria, frente al 36% del País Vasco. Casi la mitad de los gallegos de 25 a 64 años tiene una formación similar o inferior al antiguo graduado escolar. A esto hay que añadirle que Galicia es además una de las autonomías que registró una mayor cuota de emigración de graduados universitarios desde el comienzo de la crisis, lo que arroja una radiografía futura con un preocupante nivel de formación en la comunidad. La Xunta destina solo el 0,6% de su PIB a inversiones en investigación, mientras que la mayoría de los países avanzados se sitúan en torno al 3%. La primera consecuencia de este desequilibrio es la fuga masiva de investigadores. Más de cuatro mil graduados universitarios abandonaron Galicia solo el año pasado para incorporarse a tareas profesionales, científicas y técnicas fuera de la comunidad.

Este informe incluye también un alarmante dato sobre la Universidad de A Coruña que viene a reforzar los temores manifestados por el rectorado. El campus coruñés queda mal parado en el estudio comparativo de las tres universidades gallegas al figurar a la cola en producción científica y patentes, con solo una tercera parte de la investigación desarrollada en Santiago y apenas la mitad de la realizada en Vigo. Al tijeretazo aplicado por el Gobierno a la financiación investigadora en A Coruña, considerablemente mayor que el sufrido en Santiago o Vigo, se suma además el recorte de la Xunta, que ha rebajado la ayuda a la institución coruñesa en 13,4 millones desde 2009.

La Universidad de A Coruña abordó ya este año importantes esfuerzos para equilibrar su presupuesto, al renunciar a la inversión en infraestructuras necesarias, como la residencia de estudiantes, con la que cuentan las otras universidades gallegas, para preservar la investigación. Pero se encuentra al límite. Es cierto que la institución académica coruñesa, como todas las demás universidades, necesita imbricarse más con el mundo empresarial, pero también lo es que resulta ingenuo pensar que sin recursos se puede igualar a los que cuentan con mayor inversión, como advierte el rector coruñés, Xosé Luís Armesto. Es la pescadilla que se muerde la cola. Llama la atención que investigadores de la Universidad coruñesa lideren proyectos internacionales de investigación pese a la falta de ayudas estatales y autonómicas, gracias a que captaron fondos europeos. El profesor de Ingeniería Héctor Gómez recibió una beca de 1,4 millones del European Research Council para prevenir el cáncer con un modelo matemático y el psicólogo Ricardo García Mira, tras haber dirigido varios proyectos internacionales, obtendrá cinco millones este año para investigar métodos de vida sostenible. Ambos coinciden en que el modelo de reparto de los fondos de investigación en España es ineficiente, al destinarse en pequeñas cantidades a un gran número de proyectos, lo que hace inviable desarrollar una investigación competente a la que se le pueda sacar beneficio.

El limitado potencial de investigación científica de A Coruña no se corresponde con su realidad de principal motor económico generador de riqueza en Galicia. Y resulta evidente que ambas cosas deberían ir de la mano para mantener esa fortaleza empresarial en el futuro. La institución académica coruñesa aspira a que su oferta esté ajustada a las necesidades de su entorno y reclama para lograrlo la financiación que por justicia le corresponde.