Es uno de los padres de la criatura. Xulio Xosé Ferreiro Baamonde estuvo desde el minuto uno en la larga gestación de la Marea Atlántica, cuya lista encabezará en las elecciones municipales del 24 de mayo. Los mismos que le acompañaron en el arranque de la aventura se encargaron de que la suya fuera, por consenso, la única propuesta para abrir la candidatura de la plataforma ciudadana que pretende acabar con el bipartidismo hasta ahora mayoritario en el pazo de María Pita. Lo que le hace más idóneo para la encomienda que asume es su trayectoria como militante apartidista en los movimientos cívicos fundamentalmente en defensa de los servicios públicos y en contra de los recortes sociales.

Al mismo tiempo, dicen algunos de los hasta ahora portavoces que Xulio Ferreiro encarna en su persona "todas las almas de la Marea" y resaltan que tiene acreditada una extraordinaria capacidad para suscitar los acuerdos que se precisan a la hora de materializar un movimiento de este tipo, en el que los independientes como él conviven con gentes con carné de partido o adscritas a organizaciones políticas como Podemos, Esquerda Unida, Anova o Equo. Todos esos grupos, sin excepción, están hoy convencidos de que han acertado en la elección del cabeza de cartel, aunque no sea, todavía, una persona muy conocida en la ciudad.

El currículum académico y profesional de Ferreiro impresiona. Coruñés de nacimiento, a sus cuarenta años es profesor titular de Derecho Procesal en la Universidade da Coruña y, ahora en excedencia, magistrado suplente de la Audiencia Provincial de Lugo. Tiene publicados varios libros, uno de ellos sobre la víctima en el proceso penal y otro sobre la ilegalización de los partidos políticos, y docenas de artículos en publicaciones especializadas, textos que ahora van a ser examinados con lupa en busca de elementos que puedan perjudicarle en la inevitable refriega electoral.

En su juventud se movió en el terreno nacionalista, como miembro de los Comités Abertos de Facultade (CAF) y del sindicato CIG, si bien, a pesar de su simpatías ideológicas, no llegó a militar en ningún partido. Como tiene oficio y beneficio desde que empezó a dar clases en la Universidad, su acercamiento a la política activa es vocacional y a la vez, según sus allegados, consecuencia lógica de un compromiso social de muchos años. Se le atribuyen un carisma tranquilo y unas dotes de liderazgo sin pizca de histrionismo que encajan muy bien con una candidatura de unidad popular que rehúye el populismo tanto como los personalismos caudillistas.

La marea se mueve a años luz del coruñesismo de salón o del victimismo localista. Aspira a articular un mensaje renovador y rupturista que, salvadas las distancias, entronque con el breve experimento progresista y plural que encabezó en los ochenta el alcalde Domingos Merino. Ferreiro era por entonces un niño, que no puede recordar aquella época. Su conciencia política creció a la sombra del vazquismo rampante y bebió en las fuentes de quienes desde posiciones de izquierda y galleguistas lucharon infructuosamente durante años por generar una alternativa de amplia base ideológica que acabase con la hegemonía de Paco Vázquez evitando al tiempo que fuera reemplazada por un mayoría conservadora. No lo lograron entonces. Sin embargo, la ocasión la pintan calva. Ahora están en disposición de conseguirlo, más que por la propia capacidad de generar desde la Marea Atlántica una ilusión renovadora entre los coruñeses, por los aires de cambio de ciclo que soplan con una fuerza arrasadora en toda España. El viento de la historia juega esta vez a favor de la ruptura.