Galicia vive en un clima agitado por la incertidumbre política. La historia se repite con los mismos protagonistas. En el anterior bipartito, los ganaderos acudieron a derramar la leche a las puertas del Parlamento; esta vez recurren a la tractorada. No se escucha la voz del agro. Hay otros temas cercanos latentes repetidos que glosamos. El alcalde de La Coruña ha iniciado contactos para la integración de nuestra ciudad en la mancomunidad comarcal. Debe hacerlo como líder por su población e importancia económica-social. Tarea difícil cuando intervienen alcaldes de distinto signo político proclives a la confrontación. Viene de antiguo la disonancia entre la Autoridad Portuaria y el Ayuntamiento, que ya lucía en el anterior bipartito, aún siendo los organismos, y el Gobierno central, del mismo ideario. La entonces portavoz municipal se refirió públicamente a la existencia de "conspiraciones y tramas" urdidas desde el ente del puerto. Aquel bipartito tuvo un grave problema: la gente no creía en él. Del cacareado banquete de Conxo recordemos su parecido con el proyecto galleguista renovador de "centro izquierda no dogmático" de Evaristo Nogueira del nada se supo. El antecedente histórico es el Partido Galleguista de la II República, fundado en Pontevedra (1931) por personalidades tan irrepetibles como Castelao, Bóveda, Otero Pedrayo, etc. a quienes se unió García Sabell en 1936. Hoy, lamentablemente, en Galicia no aparecen figuras de igual fuste y solvencia con tirón para movilizar adhesiones. Quedan el BNG entre la ficción y la utopía, porque las novedosas mareas y afines solo han ofrecido hasta la fecha disertaciones teodiceas. A título anecdótico asoman la gaita los "abajo firmantes", personajes reversibles, cercanos a la conclusión interesada de haberse conocido. Sus apariciones rezuman melancolía. Y sobrevuela en el ámbito gallego Ciudadanos, todavía sin pedir disculpas por su oposición al AVE. Políticos guay, posmodernos, luchadores contra el secesionismo catalán, ahora cuando extienden sus alas sobre el resto de España son víctimas de una especia de alferecía: arrogancia en Madrid, indolencia en Andalucía. Su falta de predicamento en Galicia yo lo resuelvo con la incorporación a su cúpula de la escritora lucense Marta Rivera de la Cruz. En Ciudadanos la lealtad está superada por la ambición. Da la impresión que buscan instrumentos de poder para lucir arrogancia. Otrosidigo

En Monterroso (Lugo) funciona una granja de ganado vacuno, singularmente holandés, cuya producción y calidad se estimula con música de Mozart. En Argentina, para evitar la tristura pampeana, se le inocula al vacuno "inyecciones hilarantes". Probemos en Galicia con Mozart, aunque perdamos alguna señal identitaria.