Buenos días, en plena transición ya al otoño. Ese de los higos migueliños, las uvas y las granadas, la vuelta al cole y los preciosos bosques teñidos de la gama más variada de colores que se pueda imaginar. Una nueva oportunidad para los sentidos, dentro de este verdadero premio gordo que es la existencia y todas sus peripecias asociadas.

Y, con la bajada de las temperaturas y los nuevos vientos del curso escolar, comienza una nueva temporada de carreras populares. Una oportunidad de reencuentro con amigos de hace años, en la que nos encontraremos en muchas ciudades del entorno y, como no, en multitud de villas, pueblos y aldeas, que preparan nuevas ediciones de sus pruebas deportivas con cariño y generosidad. Como muestra un botón, la XXXIV edición de la carrera de San Xoán de Piñeiro en la que hace unas semanas volvimos a disfrutar en familia, y que supone un reto y esfuerzo anual para la asociación de vecinos de esa parroquia mugardesa.

Yo ya he estado este mes en Mugardos, en la Nocturna de Ferrol y, hoy, en Santa Comba. Y, si las lesiones nos siguen dando algo de tregua, espero completar una temporada con treinta o más carreras. Y les aseguro que esto es pecata minuta comparado con muchos de mis compañeros de práctica deportiva. Otros suman muchas más, en una sinfonía de kilómetros que, sumados, meten miedo. Hay quien va a Chicago o a Nueva York como quien corre por el paseo marítimo, y otros hemos repetido en Múnich, Porto o Barcelona, ilusionados y parte de un espectáculo colectivo que tiene en la interiorización y en el esfuerzo individual su más alto reto y listón.

Correr es deporte y vida saludable, y sobre esto ya hemos intercambiado opinión en más ocasiones. Mucho antes de que viniese el running y la parafernalia mediática asociada, y esto se convirtiese en una moda -que será pasajera- a muchas personas les interesaba ya este deporte, como forma de cultivar cuerpo y mente, y cumplir con la necesidad que todos tenemos de realizar ejercicio y, así, vivir mejor. Porque correr, no tengan ninguna duda, mejora la vida diaria.

En tal contexto, sorprenden las manifestaciones realizadas desde el Concello de A Coruña sobre la orientación a una mayor "profesionalización" de sus carreras Coruña10, Coruña21 y Coruña42, como justificación para subir sus precios. Tres grandes, puestas en marcha en los últimos años, que entiendo deben aspirar a consolidarse precisamente en el circuito de las carreras populares gallegas. Y tres grandes que, como todas las pruebas populares, no serían absolutamente nada sin la participación ilusionada y llena de ganas de personas que, como yo, ni vamos a vivir nunca de esto ni vamos a batir más marcas que las que nos propongamos contra nosotros mismos y los cuatro amigos con los que vivimos un sano pique. Ya está. Al tiempo, claro, tendremos la oportunidad de ponernos las zapatillas al lado de un formidable corredor etíope, marroquí o local, o de dar nuestra primera zancada, antes de que se ponga a volar, junto a nuestro galáctico, y no por ello menos sencillo, campeón nacional de maratón, Pedro Nimo. Fantástico. Pero dentro de ese espíritu popular que caracteriza a estas convocatorias, que en otras latitudes congrega a diez mil, veinte mil o treinta mil corredoras y corredores. Doy fe.

Entiendo que se pueda subir el precio de una carrera si las cuentas no cuadran. No pasa nada, salvo la natural barrera a la participación de los que en ese momento vayan o vayamos más justos. Pero decir que la medida se explica por la antedicha profesionalización buscada para tales eventos, no. Coruña10, Coruña21 o Coruña42 no serán nada si no hay varios miles de corredores -amateur y variopintos- que cada año seguimos los diferentes circuitos de carreras populares. Si el Concello se quedase sólo con los profesionales en tales carreras, vallarían toda la ciudad para una maratón con uno o dos participantes. Raro, sí. Y contrario a lo que se hace en todas las ciudades del mundo.

Por eso, porque meter la pata es humano, pero perseverar en el error es lamentable, estaría bien que el Concello de A Coruña revisase su concepto de carrera profesional y carrera popular. Se trata, en Coruña10, Coruña21 y Coruña42, de disfrutar, de promover el deporte de base y, sobre todo, de reivindicar la práctica deportiva como uno de los pilares más fundamentales para una vida saludable. Si eso se puede hacer con unas inscripciones baratitas, ¡chapeau! Y si no, porque el estado de la economía de cada Concello la conoce quien ha de gestionarla, que sean lo más baratas posible. Pero, sobre todo, si hay que subirlas que no sea porque se diga que se quiere profesionalizar lo, por definición, no profesionalizable... ¡Gracias!