LA OPINIÓN (25/10/2015) hizo pública la serie de obras inconclusas de vital importancia para el desarrollo de La Coruña, que confirman el mal negocio que hizo con los autonomistas. Marginada deliberadamente, nuestra ciudad sufre el abandono institucional (Madrid no da lo que la Xunta no pide), acentuado por la falta de liderazgo de los últimos tiempos que le impide definir modelos y actitudes. Cuando los medios afinan su curiosidad e insisten en demandar a los gobernantes soluciones, se tilda a la función periodística de "localista". Los alcaldes, que suelen ser los políticos más insaciables, debieran llevar en sus genes el alcaloide del "localismo", no figurar como apartchicks o locatarios (colocadores), tal y como contemplamos en ayuntamientos de Podemos y afines, donde no existen convicciones sino conveniencias, a la hora de proteger a la familia y a los amiguetes. No suenan bien en D. Xulio sus continuas referencias desdeñosas al "localismo", vocablo que significa "preocupación o preferencia por un territorio", porque se corre el riesgo de que La Coruña siga abandonada a los apóstoles del subconsumo, pretenciosos en fabricarnos una ciudad distinta. Aciertan en el verbo, pero no el complemento directo. Vivimos en un clima que Castoriades definió como el ascenso de la mediocridad, porque la valentía de hoy no consiste en denunciar al fascismo con 75 años de retraso, sino en atacar lo políticamente correcto. Antes, se cesaba a los ministros enviándoles la destitución por un motorista; ahora se licencia a los cargos municipales vía electrónica. Nada llama la atención. Antes, para salir en los periódicos, había que montar un número bomba, por ejemplo, que se devolviera un toro a los corrales. Ahora, no se deja vivo ni el toro de Osborne, del genial artista Manolo Prieto, por lo demás comunista.

Otrosidigo

Se viene el impuestazo después del 20D. Lo ha anunciado, como avanzadilla, Compostela Aberta, en la línea podemita de las mareas, al que seguirá el Ayuntamiento de La Coruña. El empresariado del polígono del Tambre santiagués ha levantado la voz para plastificar el alcance fiscal que se avecina: un empresario que pague al año 10.000 euros por el IBI pasará a desembolsar 16.000. Consideran el impuestazo como la medida más eficaz para la deslocalización de empresas e impedir la creación de empleo.