Hace años lo que preocupaba, además de saber cómo marchaba el país, era buscar quién nos lo contaba mejor y con más gracia.

Cuando andaba más a gatas que ahora, intelectualmente hablando, no me perdía las viñetas de Romeu, las de "la liga de los sin bata" aquellos niños terribles que hablaban sin tapujos de política y de sexo y se rebelaban contra curas opresores y agitaban la bandera de toda insurgencia. No era material exactamente dedicado a menores, pero la irreverencia radical de esa pandilla de niñatos narigones con tirachinas siempre cautivaban. Miguelito y sus amigos nos dieron juego para seguir disfrutando de su regusto cáustico, tanto en la prensa como en aquel El libro rojo del cole, texto subversivo que circulaba clandestinamente tras ser secuestrado por la justicia posfranquista.

Lamentablemente ahora nos preocupamos y dejamos que corran ríos de tinta para que nos cuenten que a la Barbie ya la podemos encontrar y, por supuesto, comprar representando a modelos de varias razas y con tallas más acordes con la municipalidad femenina, todo un logro de la ingeniería y de la mercadotecnia. No estoy seguro de si solo es para vender más o para reducir traumas; pero de lo que sí estoy seguro es de que muchos como un servidor esperan ansiosos que salga al mercado un amplio y variado surtido de muñecos de su pareja, Kent, en el que los machos vean sus panzas cerveceras y sus calvas salteadas de canas.

Pero esto no es todo, por lo menos a mí se me han saltado las lágrimas por el dolor patrio ante la maldad y la prepotencia de un torero de cuyo nombre no quiero acordarme que se paseó con la muleta mareando a una vaquilla con una mano mientras con la otra sujetaba a su hija, un bebé de pocos meses. Creo que tendríamos que ponernos una pegatina, bien grande, en el espejo del cuarto de baño, que dijese en negrita y mayúsculas: HIPÓCRITA, a ver si así dejábamos de atender a las fechorías del torista de las revistas del corazón y las televisiones del hígado y atendíamos un poco más a cifras como las de los 18 refugiados que hemos acogido desde hace meses en España, mientras se siguen ahogando a cientos, también bebés, tratando de llegar a Europa sin peligro de ser corneados.

Otro bombazo fue el del rebote que se han cogido los nuevos del parlamento por haberlos relegado al gallinero, a la fila de los mancos; yo no me preocuparía tanto, sus habilidades para hacer que las cámaras les capten están suficientemente probadas, solo hay que recordar dónde sentaron a Dolores y a Alberti, a Labordeta, a Juan Mari Bandrés? y la huella que han dejado con sus escasos tiempos de intervención y la calidad de sus argumentos. Es posible que les hayan jugado una mala pasada de novatos a los recién llegados, pero si quieren que lo que les distinga es su discurso, los berrinches sobran.