No sé qué aplicación informática, para asegurar la identidad de los usuarios, aparte de una contraseña te sugiere que para confirmar que eres tú añadas algún detalle personal que solo tú conozcas, por ejemplo -y ese es mi caso y motivo de este minuto-, la marca de tu primera bicicleta. La mía fue una Orbea comprada en 1952, una bici de paseo, con guardabarros y frenos de varillas, con la que además se corretear con los amigos por donde nos daba la gana iba a diario al colegio durante casi todo el bachillerato. ¿Y qué? Se preguntará alguien. Pues que me ha hecho feliz, que he regresado a mis años juveniles, saber la marca Orbea celebra ahora sus 150 años. Entonces, en el siglo pasado cuando mis padres me la compraron, eran pocas las marcas de bicis con que contábamos en España. Existía cierta rivalidad entre quienes disfrutaban de una BH y los de las Orbea, porque las Cyl iban de capa caída. Me entero con gozo que la planta originaria en Eibar (Guipúzcoa) sigue, pero además con factorías por el extranjero, y fabricando todo tipo de bicis para los usos que ahora se estilan. ¡Con qué pequeñas cosas nos contentamos los hombres!