Mayo es un mes de efervescencia futbolística, cuando las competiciones se definen, y la exaltación es un estado de ánimo cuyo clima se enerva en las tertulias nocturnas. Acudir a Riazor a integrarse en la multitud produce en el deportivismo -pasión coruñesa imprescindible- un esperanzado sentimiento de felicidad.

En el estadio (el deportivismo) ha descargado su adrenalina, porque al unir sus voces al unísono estableció una relación de acompañamiento y amistad. A partir de ahora, borrón y cuenta nueva, hasta la próxima temporada. Habrá criba de futbolistas, nuevo patrón en el vestuario y vuelta a empezar. En el panorama nacional, en términos generales, el universo mediático ha perdido calidad en las grandes capitales. Sobran farandulismo, personajes bufos y aviesa rumorología.

En Barcelona, se distingue por su militancia; en Madrid, suena a veces como un orfeón. Utilizan la misma partitura, de la misma factoría. Valdano y Guardiola son dos referentes: el catalán con su tiqui-taca, el hispano-argentino con sus metáforas, como si quisieran psicoanalizarnos. Guardan la compostura, y bien atildados, evidencian cómo un buen sastre no otorga elegancia. Solo puede moderar la cursilería.

La locución deportiva ha de superar sus límites toscos y vulgares; manejar bien el lenguaje no es difícil. Lo difícil es tener algo que decir y hacerlo con voz creíble. La narración deportiva, sobre todo la televisiva, ha de ser reducida; la radiofónica, reflejar la realidad, de tal modo que, para el oyente, lo imaginario sea lo real. El descanso que impone el fin de las competiciones servirá en el ámbito local para que el R.C. Deportivo de La Coruña se asiente como una corporación solvente, superada la etapa en la que el balón hizo destrozos en los despachos.

El actual presidente D. Tino Fernández es un potente profesional de élite, que no arriesgará su vitola personal sorprendido por cualquier eventualidad que no pueda ser explicada.

Otrosidigo

Homenaje a Arsenio, inexplicablemente preterido en una época que ya no se repetirá, y despedida a un ejemplo como deportista de Juan Carlos Valerón.

Todos son elogios, loas, y también falta de sensibilidad de nuestras autoridades, por su falta de reconocimiento oficial. Ni el Consejo Superior de Deportes, ni la Federación Española de Fútbol se han dignado, hasta la fecha, en premiar a Valerón, uno de los símbolos de nuestro deporte.