Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?

Cicerón

Vamos a ver si soy capaz de explicar lo que yo entiendo que quiso decir y quiere hacer el presidente en funciones; si me dejara llevar por la ira inmediata, tendría que comenzar este folio con el recuerdo de las significativas Catilinarias del senador, jurista, político, escritor y orador romano Marco Tulio Cicerón, cuyas experiencias siguen teniendo valor y actualidad desde hace más de veinte siglos.

Cicerón fue una pieza clave contra Catilina, el senador populista, con vocación de dictador, ansioso de acumular todo el poder sirviéndose de los plebeyos a quienes intentaba perdonar todas las deudas. Lo desenmascaró con la fuerza de sus famosas Catilinarias, cuyo eco hoy sigue vivo.

El senador y escritor derrotó con su oratoria a Catilina que tuvo que huir de Roma, refugiándose en Pistoia, donde sus seguidores acabaron vencidos y dispersados.

Las primeras palabras de la más famosa de sus Catilinarias incriminaban así a su adversario:

"¿Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?

¿Por cuánto tiempo tu locura se burlará de nosotros?

¿Hasta qué extremos ha de llegar tu audacia desenfrenada? (?.)

Ni el temor del pueblo, ni la confluencia de los hombres honestos, en este local protegido del Senado, ni la expresión del voto de estas personas, ¿nada consigue perturbarte? ¿No te das cuenta que tus planes han sido descubiertos? (?) ¡O tempora, o mores!".

¡Aquellos tiempos, aquellas costumbres! Añoraba Cicerón ante la villanía que presenciaba.

Pero he dicho más arriba que no me saldría de tono y, por lo tanto, no llegaré a comparar a Catilina con el señor en el que todos están pensando, que hace trampas hasta en el futbolín, que es aficionado a la burla al supuestamente inferior, que es maleducado con sus interlocutores, que no responde a las preguntas molestas más que con mentiras, juegos de palabras, en el mejor de los casos, y con displicencias desde el pedestal del orgullo casi siempre.

Espero que hoy siga habiendo una auctoritas como la de Cicerón para hablar con convicción y eficacia al Congreso y al gobierno de la nación en funciones

Pues bien, el señor en cuestión amenaza con nuevas elecciones en Navidad y yo le digo que por mí no hay problema, primero porque él y sus maestros me deben algunas elecciones, las del 77 y las de la constitución del 78, entre otras, ya va siendo hora que me las devuelvan; segundo, que tampoco me importa el día, a lo peor podría llevarse un susto ciudadano. La verdad es que a veces pienso que a estos señores de la corrupción les estorban las elecciones, todas, no solo las terceras.