Buenos días! Hoy les lanzo la pregunta directamente y sin anestesia. A bocajarro. Tómense pues, dos segundos, antes de responder. Esta podría ser formulada, más o menos, como sigue... ¿Cuál cree usted que es o puede ser el papel de la mujer en la ciencia? ¿Tiene ya su respuesta? Pues siga leyendo el artículo, y cotejémosla con la mía. Puede ser el principio de un bonito debate...

Sigo con este estilo directo para presentarles mi respuesta. Y esta es: "Creo que, por lo menos, el mismo que el del hombre". ¿Por qué? Pues empiezo con un argumento de mi propia experiencia porque, como profesor en diferentes etapas educativas, he podido constatar que hoy hay más chicas que chicos estudiando y superando con éxito los sucesivos cursos. La no demasiado relevante diferencia demográfica entre ellas y nosotros se acentúa cuando uno se va a niveles de estudio superiores, y hoy son mayoría las chicas en la práctica totalidad de las carreras, incluidas las científicas. Como consecuencia de ello, no es de extrañar que uno entienda que deberían ser también más mujeres que hombres las personas que investigan y que continúan una carrera profesional en el ámbito de la ciencia.

Además, continuando con otro punto de vista, más ontológico y ya compartido con ustedes muchas otras veces, creo también que no existe una correlación estadísticamente significativa entre el hecho de ser mujer o ser hombre y tener unas determinadas capacidades intelectuales. Al margen de la más rápida madurez -también en términos estadísticos- de la mujer en determinadas franjas de edad, las mujeres y los hombres están idénticamente capacitados para desarrollar cualquier profesión científica en términos de tal atributo de género. Obviamente, cada uno de los individuos observados exhibirá rasgos aptitudinales y actitudinales distintos, pero en tanto que ente singular, que no es lo que nos ocupa aquí.

Así las cosas, uno debería esperar que la mujer tuviese un nivel de acceso igual al de los hombres a este ámbito tan importante para la Humanidad. Pero esto, lamento informarles, no es así ni de lejos. Y es por eso, y he aquí la razón por la que les he traído este tema, que para visibilizar tal problemática, Naciones Unidas ha instaurado recientemente la jornada del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra cada 11 de febrero. Hoy, sin ir más lejos, en su edición de 2017.

Y todo ello desde la Asamblea General del 15 de diciembre de 2015. En aquel momento, el organismo multilateral invitó a toda la comunidad internacional -países, pero también organismos y empresas- a que celebrase tal Día Internacional de forma apropiada, en sus sucesivas ediciones, sobre todo a través de actividades de educación y sensibilización, buscando promover la participación en condiciones de igualdad de mujeres y niñas en el ámbito científico. Y ello, explícitamente, para sortear las barreras jurídicas, económicas, sociales y culturales que se detectan en un diagnóstico demoledor, y que aún persisten para la participación de las mujeres en tal ámbito, así como para el reconocimiento de sus logros.

Con todo, imaginarán ustedes que la situación en el mundo es muy desigual. Efectivamente. En determinadas sociedades, hay mujeres involucradas plenamente en el mundo científico desde hace décadas. Y en otras, no. Por el medio, todo un espectro de situaciones bien diferentes, en las que las diferencias son a veces muy sibilinas, pero persisten. Mientras que, en otros casos, las barreras, las dificultades y la marginación son groseras y evidentes.

Tenemos así un nuevo frente en el cual el hecho de ser mujer sigue siendo un freno para el desarrollo individual. Y, por tanto, un terreno en el que también hay que trabajar duro desde la educación para derribar prejuicios y, a la postre, fabricar un mundo más justo. Porque perdemos todas y todos, no les quepa duda, cuando a un ser humano se le denosta por alguna de sus características personales. Y, en particular, por esa tan presente siempre de si es hombre o mujer...

También en la Ciencia. Ya ven... Y en pleno siglo XXI.