A estas alturas para saber cómo andan las cosas del tiempo es suficiente con asomarse a la ventana, como toda la vida, a no ser que tengas cerca una persona de la mar o del campo y te clave la predicción.

Háblese con quien se hable, cualquiera se encontrará con relatos de tragedias económicas y personales que les han traído de cabeza estas semanas atrás por culpa de las ventoleras, de lluvias exageradas donde no es costumbre y demás fenómenos, tanto donde es hábito por el Norte, como por donde es más extraño en Levante y Sur.

El caso es que si se te ocurre poner las noticias para saber lo que no ocurre, te enteras de lo que ya sabías, estás en invierno, hace frío, llueve, nieva, se atascan carreteras, hay saturación en las urgencias por la gripe y recortes de personal en los servicios para atender las previsiones; pero no meteoritos que amenacen desde el cielo. Añadamos unos sucesos, algunos muy trágicos, y ya tenemos al personal listo para recibir la dosis precisa de cotilleo y unas arrobas de fútbol a ser posible aliñadas con tempestades, chismes y sucesos varios. En resumen, puede ser que por culpa de las heladas las cosechas de calabacín y berenjena -parece que no comemos otra cosa- hayan escaseado y el precio haya subido; ya tenemos el diseño de la actualidad de lo que acontece por la rúa.

En el delta del Ebro, la costa blanca, la del sol, a da morte y demás lugares típicos para guiris y nativos, de mariscos y paellas, sospechan que eso del cambio climático no será lo que dice Trump; que no son ramas o árboles caídos, que son miles de casas y negocios sin luz, que en Levante los científicos alertan de los efectos del cambio climático y aconsejan a los ayuntamientos medidas de protección para las viviendas en primera línea del litoral y se habiliten espacios para evacuar a los afectados.

Mientras tanto, cientos de colegios aguardaban soluciones de emergencia para seguir trabajando y algunos más demandan obras que tendrían que estar hechas hace años; pero no hay mucha preocupación ciudadana, lo suyo es que hay que tapar para que no llueva mucho, que haya luz y que las criaturas estén en el corral, a ser posible desde el desayuno hasta la merienda.

Pero lo que no se puede consentir de ninguna manera es que, por estos lares, en un par de estadios municipales, usados por un par de equipos de fútbol de Primera División, llueva dentro o haya peligro de que un cascote lesione a una figura. Dos partidos aplazados, qué escándalo, uno de ellos del Real Madrid, alcaldes, presidentes de club, periodistas de elite?, tamaña alevosía no se había visto, cientos de millones al garete, la lista de resultados bailando; ¿qué país es este?, ¿nadie sabe qué es lo que importa?, ¿hay niños sin clase, pero no pasa nada?