Me parece estupendo que cada voto de un diputado canario o del PNV salga por unos cientos de millones, espero que repercuta en los servicios que reciben mis amigos que viven por allí y que los disfruten con salud. Me gustaría que el presidente Rajoy -igual que me hubiese gustado que sus predecesores en el cargo lo hubiesen hecho- pensase, también, en el hecho de que muchos cavilamos y llegamos a la conclusión de que, si no hay fronteras, el documento que llevo en mi cartera para identificarme en Bilbao, Córdoba, Alicante o Lugo es un cromo que lleva mi foto, un número y una dirección, quién sabe si la correcta. Soy consciente de que la igualdad de derechos del artículo 14 de la Constitución me otorga ciertas, pocas, garantías; por eso le pediría al presidente que los votos de todos los diputados valiesen lo mismo y no fuesen las rondas de copas pagadas por el ministro Montoro las que marcasen las diferencias entre convecinos.

¿Qué quieren que les diga?, no estoy de acuerdo con el régimen foral de origen medieval del País Vasco y Navarra, me parece un anacronismo; pero sé que tengo que respetarlo, porque Alfonso XII lo firmó en 1878 al acabar la II guerra carlista y a partir de entonces sus diputaciones forales recaudan los impuestos que ellos diseñan (salvo IVA?) y destinan un cupo a ceder al Estado negociando cada cinco años. Esta teoría está recogida en la Constitución del 78 y reconocida por la UE y sus tribunales, por lo tanto nada que objetar y pongo punto en boca, no rehabilitaré a Franco que los suspendió en Vizcaya y Guipúzcoa -por no acatar su ley- y los mantuvo en Álava y Navarra, por su fidelidad al régimen.

Pero no me quedo tranquilo con los resultados, porque tanto me da quién cobre los impuestos, Madrid o la diputación correspondiente, simplemente quiero que se cobre y se pague lo mismo. A ser posible que pronto podamos pagar los mismos impuestos que los alemanes. El ejemplo de mi desasosiego, sin ningún ánimo de demagogia barata, se puede señalar con pocos números y redondeando. Andalucía gasta en educación el 25% del presupuesto y 750 euros por cabeza, el País Vasco el mismo porcentaje y 1.200 euros por barba. Son las dos comunidades con mayor porcentaje de gasto educativo con datos aproximados, pero que pueden ilustrar la capacidad de inversión de cada territorio y, por lo tanto, los servicios de sus vecinos.

En el País Vasco los 535.000 pensionistas disfrutan del copago farmacéutico que nos regaló el PP en 2012; pero allí cuentan con el respaldo de un fondo de compensación que les permite, en los casos de rentas más bajas, recuperar el dinero abonado por la compra de los fármacos, 300.000 devoluciones de copago en tres años, por un montante de 20,5 millones de euros, no solo para pensionistas con rentas bajas, sino para parados sin subsidio, rentas de inserción, inmigrantes irregulares. Estaré dispuesto a creer que allí se gobierna mejor, que no hay evasión fiscal ni ingeniería financiera, que no hay economía sumergida y que no se vota al PP; todo bien, hasta que los nacionalistas les venden el voto al PP en Madrid.