Opinión

Después de la prórroga, casi siempre penaltis

Primer platillo de la balanza. BBVA pronostica un crecimiento de la economía española del 2,1% en 2024, un 0,6% más sobre la última previsión; la Cámara de Comercio de España también la ha revisado al alza hasta el 2%; CaixaBank estima un 1,9%. Esta es la cifra de consenso entre los principales analistas según información recogida por Funcas. Habrá más creación de empleo y bajará la inflación. La bajada de los tipos de interés, prevista para el segundo semestre, será una de las palancas que ayudará a un aumento del consumo y la inversión. La recuperación de la economía alemana será la segunda palanca. La tercera, nuevos récords de llegadas de turistas. Este sector seguirá representando tres cuartas partes del crecimiento económico. En un acto organizado por Prensa Ibérica con algunos de los principales hoteleros españoles esta pasada semana en Madrid, la sensación de optimismo era tal que daba incluso vértigo. Las reservas, tanto nacionales como internacionales, para el verano, superan todas las expectativas. Desde Inditex, empresa española más valorada en bolsa, hasta Mercadona, la mayor de las empresas familiares no cotizadas, la sensación de que 2024 volverá a ser un gran año en lo económico no se recuerda desde antes de la pandemia. Es el “disfrutemos, mientras podamos”.

Segundo platillo de la balanza. El nivel de debate en el Congreso de los Diputados sigue marcando mínimos. La política española sigue hundiéndose en lo más profundo del barro. La incapacidad de poder celebrar un acto conjunto de repudio a los ataques terroristas del 11-M marca el nivel de estulticia al que estamos llegando. Vivimos en una prórroga constante. La decisión del president de la Generalitat, Pere Aragonès, de realizar elecciones anticipadas en Catalunya agrega más turbulencias al mundo político. La táctica por encima de la estrategia. 21 de abril, elecciones vascas que ofrecerán al PSOE la posibilidad de apoyar a Bildu o, como se apuesta, a PNV; 12 de mayo, elecciones catalanas que medirán cómo la amnistía afecta a las urnas; a principios de junio, las europeas, que podrían cambiar el tono del Parlamento en la Unión Europea. Y quién sabe si, a fin de año, una repetición de las generales. Pedro Sánchez ya ha decidido prorrogar los presupuestos de 2023 a este año. ¿Y los de 2025? ¿Con qué apoyos?

¿Puede un país funcionar sin presupuestos actualizados? Sí, como se demostró que puede aguantar con Gobierno en funciones. Pero no de forma constante. Hay un momento donde hay que repartir entre cañones y mantequilla, y los tiempos apuntan a que habrá más de lo primero que de lo segundo en los próximos años. Europa encara una nueva etapa de prioridades presupuestarias que gobiernos como el español —del color que sean— tendrán que encarar. Lo mejor sería realizarlo desde los grandes consensos. Un objetivo hoy imposible. La economía sigue un buen rumbo. Pero las inercias no duran siempre. Tras las prórrogas, casi siempre hay penaltis.

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