Asegura que la rehabilitación de un maltratador no es una utopía y que el 70% de quienes acuden a terapia logran controlar su agresividad. El coordinador del programa Abramos o círculo de la Xunta, Joaquín Prieto, se muestra satisfecho con los resultados de esta iniciativa, aunque reconoce que muchos hombres no se inscriben para cambiar de actitud sino con el objetivo "de intentar recuperar a su pareja".

-¿Hay algún denominador común entre todos los hombres que acuden a esta terapia?

-Quizás el rasgo común entre nuestros pacientes es que sus relaciones se basan en el control de la pareja. Además, a la mayoría le cuesta responsabilizarse de sus actos o identificar qué es lo que está mal.

-¿Niegan el maltrato?

-No, pero minimizan lo que han hecho y en algunos casos no creen que su comportamiento sea malo ya que son hábitos que tienen muy normalizados. El mejor ejemplo de esta situación es el controlar a la mujer por celos, creen que es normal.

-¿El maltratador es siempre violento o sólo con su pareja?

-Hay de todo. En muchos casos no hay psicopatologías previas, se trata sólo de pautas que han adquirido y por tanto son violentos con su compañera sentimental y totalmente diferentes cuando están con otras personas. Pero también hay gente que sigue los mismos patrones en todos los ámbitos de su vida.

-Las parejas no pueden participar en el tratamiento...

-No, sólo recurrimos a ellas para contrastar datos. Hay quien utiliza la terapia como una estrategia para que la mujer le perdone. Muchos vienen con el objetivo de oculto de que sus parejas vuelvan con ellos, se creen que por acudir al tratamiento ya está.

-¿Es posible la rehabilitación total de este tipo de pacientes?

-Ocurre igual que con otro tipo de rehabilitaciones, lograr una tasa del 100% de éxito es muy difícil, pero de quienes terminan el tratamiento -porque muchos lo abandonan antes de acudir a las diez sesiones que conforman el proyecto-, entre el 60% y el 70% cesa en su comportamiento violento.