Buscando el cosmético perfecto, los laboratorios han llegado a una conclusión muy clara. No sólo se debe tratar el exterior, sino que el interior es fundamental para lograr un buen estado general que se reflejará en nuestro aspecto externo. De ahí surge el concepto nutricosmética que pretende resolver un problema real asociado a varios factores que, aunque son controlables, no siempre podemos ni sabemos controlar.

El frenético ritmo de nuestra vida nos roba tiempo para cuidarnos. Nos alimentamos mal, dormimos pocas horas, vivimos preocupados continuamente y todo ello incide negativamente en nuestra salud. Nuestra dieta habitual no nos aporta las sustancias imprescindibles para el buen funcionamiento del organismo lo que, unido al proceso de envejecimiento natural, altera nuestro metabolismo haciendo que los nutrientes ingeridos resulten insuficientes para mantenernos sanos y debamos ingerirlos de otra forma.

Los laboratorios han investigado durante mucho tiempo hasta lograr sintetizar compuestos de uso sencillo y actividad directa a los que han denominado, por su actividad, nutricosméticos. Son una asociación de complementos alimenticios cuyo objetivo es mantener el equilibrio fisiológico de la piel, el pelo y las uñas. Su finalidad es cosmética, por lo que su interés radica en que proporcionen belleza. Se consumen por vía oral, actúan desde el interior y llegan a las zonas que precisan de su actividad a través del torrente circulatorio (por la sangre).

Aportan a nuestro organismo sustancias nutricionales autorizadas por la directiva europea como complementos nutricionales, fundamentalmente vitaminas (del grupo B, A, C, D, E, K), minerales (calcio, magnesio, hierro, yodo, zinc, etc.), aminoácidos, ácidos grasos esenciales, antioxidantes, polifenoles, extractos de plantas y probióticos.

Al ser compuestos con efectos farmacológicos deben ser consumidos en las dosis adecuadas para ser compatibles con la dieta y no superar las cantidades diarias recomendadas por los expertos en nutrición. Su carencia es nociva, pero su exceso también resulta perjudicial.

Tienen ventajas muy evidentes, pues son compatibles con tratamientos locales (puedes usar tu crema habitual o el maquillaje, etc.), tienen efectos en rostro y cuerpo, son fáciles de usar (suelen ser comprimidos que puedes tomar en cualquier sitio) y muy seguros si se siguen las pautas prescritas.

Su aplicación se centra en reducir los efectos del envejecimiento, en el tratamiento y prevención de pieles secas y celulitis, como protectores solares o para el cuidado del cabello y las uñas.

Su composición incluye: licopeno, extracto de soja, luteína y vitamina C (para evitar el envejecimiento), ácidos grasos omega 3 y 6, licopenos, vitamina C y vitamina E (para tratar la piel seca), glucosamina marina, extracto de corteza de pino natural, calcio, extracto de té verde (para reducir la celulitis), carotenoides y probióticos (para la protección solar), aminoácidos azufrados, polifenoles, minerales esenciales (para el cuidado del cabello).

Cualquiera de estos productos debe ser administrado bajo consejo del especialista pues, aunque son "naturales", tienen efectos sistémicos sobre el organismo que no pueden olvidarse y debes consultar si notas algún problema al consumirlos (por ejemplo, el pulso acelerado o un exceso de energía).

No los compres fuera de los cauces establecidos, es decir, no utilices internet o el teléfono. Acude a una farmacia y pregunta al farmacéutico, siempre accesible a tus comentarios. Por cierto, no valen para todo, ni para todos, y desde luego, aún no han inventado el elixir de la "eterna juventud".