Andrés Vázquez lleva media vida pendiente de las personas mayores, a las que ve "sabias y prudentes". Responsable de alguno de los actuales programas de atención a domicilio y médico de profesión, quiere dejar claro un mensaje: "Los servicios de atención a los mayores que más lo necesitan no son una dificultad en época de crisis, sino una oportunidad".

-La Fiscalía instó a las residencias a que los jueces supervisaran los ingresos de mayores que no pueden decidir por sí mismos.

-La ley es clara. Los profesionales de la geriatría gallega entendemos que el Código Civil manifiesta la exigencia de que si una persona conoce la discapacidad de un mayor lo ponga en conocimiento de la Fiscalía para que tome las medidas oportunas para salvaguardar los derechos de los mayores en un caso como el ingreso residencial. Hablamos de incapacitar jurídicamente a una persona que no puede decidir por sí misma y nombrar a un tutor legal para protegerla. Pero no solo es labor de los profesionales, sino de las familias.

-En la práctica, ¿sucede?

-Sí. En las residencias se toman medidas de precaución y comunicación, pero sobre todo de coordinación entre las familias, los servicios sociales y jurídicos. Estas medidas van a beneficiar y proteger de cualquier maltrato físico, psicológico o jurídico.

-¿Cómo se puede mejorar el aspecto burocrático?

-Facilitar esto no es tan fácil. El volumen de personas que ingresan es muy alto y los expedientes se acumulan en los juzgados. ¿Y si la persona necesita ingresar mañana? Igual que la Fiscalía de Menores, la Fiscalía de Mayores es una necesidad. Ya hubo un intento en Pontevedra y hay experiencia jurídica en Galicia en la coordinación y especialización de fiscalías.

-¿Es una cuestión clave?

-Es interesante que la judicadura le dedique interés. En este momento, el maltrato a las personas mayores es un problema soterrado, pero que ha afectado a miles y miles de gallegos mayores dentro del hogar. Y hay que empezar a ventilar. El cuidado de los mayores con dependencia no es un problema unidireccional de los servicios sociales y sanitarios, es un problema transversal. Hay que erradicar la infravivienda del rural gallego; la situación es dramática.

-Dicen que 56.000 mayores de 80 años viven en aldeas.

-En A Terrachá o la zona del Sil en Ourense ya no hay jóvenes. Hay que patear los sitios para saber de qué hablas. ¿Qué hacer? ¿Sacarlos del pueblo? Tampoco me parece adecuado. Y muchos no quieren.

-La teleasistencia o el Xantar na casa hacen el mismo servicio que antes el cartero, pero a muchos sitios no llegan.

-Efectivamente, un mal grave es la soledad. Hay que llevar servicios porque ahora hay carreteras. Los tres programas de proximidad son la telealarma, la teleasistencia y ayuda en el hogar. Xantar na casa está siendo el servicio estrella. Además de llevar de comer, lleva calor y charla. Son más caros que en otros sitios, por eso hay que pedir más presupuestos al Gobierno como discriminación positiva por la dispersión rural.

-¿Fomentan que se queden en casa?

-Efectivamente. Es evidente que cuanto más apoyo des al rural de teleasistencia, menor demanda de residencias habrá.

-¿Qué opinan del número de plazas de residencias?

-Partimos de la base de que las plazas nunca van a ser suficientes de todo. En Galicia partimos de un déficit, pero hay que ponerle número: Si ahora hay 2,5 plazas de residencia por cada 100 personas, queremos que en cuatro años se incremente al 3,5%.

-El gobierno chino propuso multar a los jóvenes que no cuidasen a sus abuelos, ¿será preciso esto algún día en Galicia?

-Las grandes cuidadoras de las personas mayores son las mujeres, pero la sociedad gallega y la familia aún es cuidadora. Es una problemática que en el área urbana empieza a aparecer. Podemos llegar a tener ese problema, por lo que hay que cuidar al cuidador, con centros de día y servicios. Que cuidando, pueda hacer su vida.

-¿Y la ley de dependencia?

-Es importantísima, hay un antes y un después. Pero como en todas las grandes leyes, su puesta en práctica es farragosa y nació con bajo presupuesto