Es frecuente oír "¡qué cansado estoy, necesito unas vitaminas!" como si el hecho de consumirlas indiscriminadamente bastase para resolver la situación. Por supuesto, no es así, ya que el cansancio puede obedecer a múltiples factores, e ingerir vitaminas no lo va a eliminar milagrosamente. Además, su consumo sin prescripción médica puede acarrear problemas de salud, sobre todo cuando se trata de vitaminas liposolubles, pues su exceso se acumula en el organismo y no se eliminan tan fácilmente como las hidrosolubles.

La vitamina A pertenece al grupo de las liposolubles y participa en la formación y mantenimiento de mucosas, piel, dientes y tejidos, así como durante el embarazo (para la formación del feto) y la lactancia. Se denomina también retinol, debido a su relación con la producción de los pigmentos necesarios para la retina y el desarrollo de una visión adecuada. Se almacena mayoritariamente en el hígado, y en pequeña proporción en la retina.

Por sus propiedades resulta indicada para:

-Situaciones que cursan con bajo nivel de vitaminas en el organismo (hipovitaminosis) como ocurre durante el crecimiento.

-Problemas de infección y su prevención, -La formación de hormonas relacionadas con la fertilidad.

-Deficiencias digestivas e insuficiencia hepática, pues una dosis alta de vitamina A eleva el tono funcional de las glándulas y la musculatura digestiva.

-A nivel cutáneo: grietas en los pezones, acné, cicatrización de heridas, antienvejecimiento, mantenimiento de la hidratación y la elasticidad de la piel, reducción de las manchas de pigmentación, forúnculos recidivantes, protección ante las radiaciones solares, etc.

-A nivel ocular: ceguera nocturna, prevención de xeroftalmia y glaucoma, blefaritis, etc.

-A nivel urinario: calculosis y problemas metabólicos concomitantes.

-A nivel de tiroides se usa en hipertiroidismo, pues se opone a la acción de la hormona tiroidea y compensa las necesidades de los enfermos.

-Mantenimiento del buen funcionamiento de huesos, dientes y cartílagos.

Tiene tres formas activas: retinol, retinal y ácido retinoico, cuyos precursores se incorporan con la alimentación (como ocurre con el ß-caroteno presente en los vegetales). Aunque su aporte en la dieta debería ser suficiente y no sería necesario suplementarla, cuando los menús carecen de alimentos ricos en ella o en sus precursores, el especialista la prescribirá. Entre los alimentos imprescindibles se encuentran: albaricoque, melocotón, zanahoria, calabaza, melón, calabacín, brécol, espinacas, germen de trigo, cacahuetes, pistachos, soja, alubias, huevos, carne, leche, queso, e incluso, chocolate.

Si fuera necesario administrarla, las formas farmacéuticas son múltiples: cápsulas de gelatina blandas, comprimidos (normales, efervescentes, recubiertos, masticables, etc.), suspensión oral, gotas, cápsulas, granulado, pomada, grageas, etc. La posología la indicará siempre el especialista y nunca excederá la cantidad diaria recomendada por la OMS, debiendo adaptarse a las características del paciente. Además, es imprescindible seguir las recomendaciones del prospecto que acompaña al principio activo y leerlo antes de consumirla. Se recomienda ingerirla con líquidos antes o después de las comidas y complementarla con otras vitaminas (B, - y C) que favorecen su absorción.

Se prescribe con diferentes nombres comerciales, normalmente asociada a otras vitaminas y/o minerales. También se presenta en varios productos cosméticos como cremas para la cara y el cuerpo, etc. combinada con otros principios activos que trabajan de manera sinérgica para mejorar el aspecto de la piel, retrasar el envejecimiento, etc.

Entre los efectos adversos (al ser consumida por vía oral) se han descrito alteraciones visuales, irritabilidad, excitación, mialgias, fatiga, pérdida de apetito, etc. La sobredosis es rara y cursaría además con la coloración amarillenta temporal de piel y mucosas por el exceso de carotenos. Se debe acudir al centro médico para tratar la sintomatología o ponerse en contacto con el Servicio de Información Toxicológica.

No olvides que las vitaminas son medicamentos y no pueden ser ingeridas alegremente. No te dejes llevar por los buenos consejos de amigos que quieren lo mejor para ti. Cualquier vitamina debe ser recomendada y pautada por el especialista para evitar su consumo innecesario y que se acumule en tu organismo provocando efectos negativos sobre él.

Consulta a tu médico la necesidad de mejorar tu dieta o tomar cualquier tipo de suplemento, incluidos los denominados "naturales". Evita la automedicación y convéncete de que no debes tomar nada que no sea necesario para tu salud. ¡Ni siquiera vitaminas!.