"No está escrito en las tablas de Moisés que todos los periódicos vayan a desaparecer". Con esta frase resume Giovanni di Lorenzo la situación actual de los medios informativos. Es el director de Die Zeit (El Tiempo), el semanario alemán que vende más de medio millón de ejemplares, de los cuales 320.000 a suscriptores y, en plena crisis, ha incrementado sus beneficios un 13% y solo ha reducido sus ingresos por publicidad un 6%. Su principal competidor, la revista Der Spiegel, un 20%. En España, por ejemplo, han bajado una media del 50% desde 2007. Di Lorenzo tiene, por lo tanto, autoridad suficiente para defender la independencia, la libertad y el rigor profesional como garantía del periodismo de calidad rentable.

El escritor y periodista, nacido en Estocolmo en 1959, de padre italiano y madre alemana, recibió el viernes en la capital española el XIII Premio de la Fundación Diario Madrid; la institución que preserva el legado de este rotativo que luchó durante el franquismo en pos de una prensa libre. El 25 de octubre de 1971, el periódico vespertino fue clausurado por las autoridades de la dictadura y su edificio fue dinamitado hasta destrozar sus cimientos.

De las cenizas de aquel atentado contra la razón, redactores que vivieron la traumática experiencia han levantado un monumento anual al buen periodismo, el indispensable para formar ciudadanos con espíritu crítico y capacidad de participar democráticamente. José Vicente de Juan, director de la fundación, Miguel Ángel Aguilar, Jesús Picatoste, Miguel Ángel Gozalo, etc. recuerdan estos días el 43 aniversario de la voladura del Diario Madrid con un homenaje a Die Zeit, nacido en 1946 de los rescoldos de la Segunda Guerra Mundial, en el Hamburgo ocupado por las tropas del Reino Unido, una de las cuatro potencias vencedoras.

Cuando di Lorenzo llegó con diez años a la República Federal de Alemania tampoco fueron tiempos fáciles para él. Era el único foráneo de la clase. Y esta diferencia la notó hasta cuando empezó a trabajar en el Abend Zeitung de Múnich, donde había estudiado Ciencias de la Comunicación, Historia Moderna y Política. Para publicar su primer artículo su nombre tuvo que ser germanizado: Hans Lorenz. Inimaginable entonces que, con su nombre de pila y apellido italianos, llegara a ser el director del semanario alemán de más prestigio. Hoy, sin embargo, manifiesta que la sociedad alemana es tolerante y abierta. También España ha superado uno de los problemas de esa época: de la censura pasamos a la libertad de expresión con la Constitución de 1978.

En sus diez años al frente de la mítica cabecera y en plena revolución digital, Di Lorenzo ha logrado ir contra la tendencia mundial: descensos en los beneficios y tiradas de los periódicos. Por el contrario, ha conseguido aumentar las ventas de Die Zeit en más de treinta mil ejemplares. Ha diversificado las líneas de negocio: edición online, también en inglés, acuerdos con universidades, organización de viajes, promociones de productos, etc. Pero el 80% de sus ingresos procede de la edición impresa, a pesar de los augurios catastróficos, incluso de reputados editores alemanes, que anuncian que los periódicos de papel se acaban en siete años. Por eso, el primer mandamiento que explica el éxito de Die Zeit es "no hablarás mal de tu propio producto". Di Lorenzo rechaza totalmente el ocaso de la prensa; lo considera un marketing desastroso.

El segundo es "conocerás bien tus fortalezas y serás realista con tus defectos". A los que hacen responsables de la crisis del periodismo impreso solo a Google, Facebook y Twitter les falta quizás el coraje de reconocer sus propias faltas, añade. El periodista multipremiado, dentro y fuera de su país, está convenido de que en una época de creciente inseguridad y complejidad, hay añoranza de solidez y consistencia. Los periódicos pueden encauzar y ordenar el fuerte caudal informativo que nos arrolla. Por eso el tercer mandamiento es "ofrecerás un alto en el camino para la orientación". En la era de internet, sería un pecado para editores y directores descuidar su presencia en la web. Sabemos que los lectores buscan las noticias online no solamente bajo nuestras cabeceras, añade. Por eso hay que estar en la red, hay que cooperar con información abierta, pero sin uniformarnos: "colaborarás en la Red, pero diferenciándote", es el cuarto mandato.

En internet o en papel se trata, en definitiva, de hacer buen periodismo o malo. El buen periodismo cuesta mucho dinero: investigaciones largas y minuciosas, red de corresponsales, redactores que trabajen bien los textos. Y solo la independencia económica de la empresa garantiza la independencia informativa y de opinión. "Los editores de Die Zeit, los hermanos Georg y Dieter von Holztbrink, son generosos y aceptan realizar las inversiones que pido para mantener la calidad del semanario y el compromiso con los lectores", comenta di Lorenzo, consciente de que la apuesta informativa en la Red aún no ha encontrado el modelo de negocio digital rentable.

Otro mandamiento de las nuevas tablas del periodismo es "aprovecharás las grandes transformaciones para probar nuevos formatos y temas". Tras recibir el premio, Di Lorenzo explicó que había creado con éxito la sección Creencias y dudas, en respuesta al gran interés que existe por cuestiones éticas y religiosas. Los siguientes mandamientos son "serás flexible a los cambios pero sin dejar que te trastornen" y "buscarás nuevos lectores sin olvidar a los de toda la vida".

El influyente director reflexiona ante el llamado cuarto poder que en internet puede llegar a ser destructivo. De ahí que considere el octavo mandamiento especialmente importante: "no cazarás cada semana una presa", en clara referencia a evitar la calumnia, la difamación, las intrigas o las teorías conspirativas. "Las noticias solas no sirven de nada sino están debidamente contrastadas y ordenadas". "No podemos delegar la función de control que tienen los diarios en foros de chats y redes sociales". El periodismo de calidad debe buscar el equilibrio y la luz sobre los rumores, argumenta.

Como germano-italiano, Di Lorenzo observa con preocupación que en medios de Italia se considera Alemania el chivo expiatorio de la culpa de la crisis. Igualmente, se lamenta que en ciertos periódicos alemanes se encuentren siempre los mismos clichés respecto a los países del Sur. "Es cierto que los medios impresos tienen la capacidad de influir para conformar y organizar el discurso público. Pero esto ocurre solo a nivel nacional. Nos encontramos muy alejados de tener una opinión pública europea", sostiene el prestigioso director. "El periodismo de calidad debe ofrecer el análisis para que el lector se forme su propio juicio". En consecuencia "serás pertinente, relevante, en tus opiniones políticas pero de otra manera, sin arrogancia", es el noveno mandamiento.

Aún estamos a tiempo de crear un demos, un pueblo, europeo porque "no está escrito en las tablas de la ley que todos los periódicos vayan a desaparecer". Benita Ferrero-Waldner, exministra de Asuntos Exteriores de Austria y dos veces comisaria europea, confía en los periódicos de calidad para preservar las Declaraciones de Derechos Humanos y los valores de Occidente. No en vano, para Di Lorenzo el último y décimo mandamiento es "lucharás con fuerza por la libertad de pensamiento".

Mientras, Die Zeit sigue apostando por el formato sábana, el diseño de los diarios de papel, artículos de gran profundidad que permiten el análisis desde todos los ángulos, entrevistas largas, reportajes atractivos y profesionales de primera, como explica su antiguo corresponsal en Madrid durante los años de la Transición, el germano-español Carsten Moser. Otro europeo para borrar prejuicios.