Con apenas seis años comenzó a asistir a clases de ballet, un hobby que pronto se convirtió en su pasión y hacia el que sin ninguna duda quiere encaminar su futuro profesional. Pero solo con actitud no se consigue, se necesita talento y a la coruñesa Sofía Liñares, de 14 años, le sobra. Tanto que acabará su formación en el Conservatorio Profesional de Danza de A Coruña cuatro años antes de lo habitual -suele terminarse con 18 años- y acaba de ser aceptada en la Royal Ballet School de Londres, una de las mejores escuelas de danza del mundo. "Es una oportunidad que no se puede perder porque igual este tren nunca vuelve a pasar", señala su padre, José Liñares, quien recuerda que Sofía logró la plaza tras superar unas pruebas a las que se presentaron "entre 800 y 1.000 bailarines" de todo el mundo.

Animada por su profesor del Conservatorio, Sofía decidió presentarse a las pruebas de selección que cada año hace la Royal Ballet School "para probar suerte". Lo primero fue enviar un video con los ejercicios que el centro solicitaba. De los casi mil que recibió la prestigiosa escuela solo preseleccionó a 52 jóvenes a los que les pidió que acudiesen a sus instalaciones para ver in situ su nivel de danza. Sofía no lo dudó y junto con sus padres cogió un avión y se plantó en Londres con un claro objetivo: hacerse con una de las plazas que el centro ofrecía para el próximo curso (doce para el primer año más las vacantes en otros cursos). Era complicado, pero lo logró. "Tan solo tres días después de hacer la prueba nos comunicaron que estaba admitida en el penúltimo curso", señala su padre, quien reconoce que toda la familia "está muy contenta".

Fichar por la cantera del Royal Ballet es una oportunidad única para cualquier bailarín por las puertas profesionales que abre el haberse formado en este centro y porque, al contar con residencias para los alumnos dentro de sus instalaciones, permite que los alumnos compaginen su formación académica (Secundaria y Bachillerato) con sus entrenamientos de danza en las mismas instalaciones en las que conviven con otros estudiantes y en donde tienen supervisión de los adultos las 24 horas del día. "En España no existe ningún centro de este tipo. Tras realizar un curso con Víctor Ullate, nos dijeron que se quedara para formarse pero cuando acabasen las clases, ¿quién la iría a recoger? Y era muy pequeña para buscarle un piso y que viva ella sola fuera de casa", sostiene su padre, quien recuerda que lo mismo le ocurrió tras acudir a otro curso con el bailarín Ángel Corella en Barcelona. "En el Royal tienes la tranquilidad de que los alumnos están supervisados todo el día", añade del director del Conservatorio de Danza der A Coruña y profesor de la pequeña, Luciano Gómez.

Pero sobre todo, la Royal Ballet School es una oportunidad para mejorar a nivel profesional. "Hay un gran nivel entre el profesorado y hay que tener en cuenta que asistirá a clases con los mejores, que han sido seleccionados entre candidatos de todo el mundo", señala Luciano Gómez, quien añade: "Estar en ese ambiente, donde todo el mundo comparte un objetivo, servirá para potenciar su talento y creatividad y para que progrese mucho más rápido". Gómez solo tiene palabras de halago para su pupila. "Es muy difícil que una bailarina reúna todas las características para bailar y Sofía sí las reúne: tiene la energía idónea, elasticidad, es musical, hace bien los giros, los saltos y es muy trabajadora", señala.

Además, contar en el currículum con formación en la cantera del Royal Ballet de Londres -de los tres mejores del mundo- permite abrir puertas que de otra forma sería casi imposible. "En Reino Unido ven la danza como una industria, de la que se puede vivir y ganar dinero y por ello invierten en ella. Tienen todo un entramado que gira en torno al ballet: tiendas, venta de videos con espectáculos de la compañía, visitas guiadas al centro... y todo ello genera muchos puestos de trabajo", señala Luciano Gómez, quien lamenta que esto no ocurra en España. "Aquí es muy difícil que un bailarín haga carrera, tiene que salir fuera porque en España apenas hay compañías y las que hay tienen unas 30 plazas así que es muy difícil. Es una pena porque producimos buenos bailarines, pero después en España la danza se ve como algo efímero, de lo que no se puede vivir y no se invierte en ella", sostiene y añade: "Es algo que no ocurre con la música, por ejemplo".

Seguir los pasos de Tamara Rojo -que con 25 años fichó por el Royal Ballet de Londres y en la actualidad dirige el Ballet Nacional de Inglaterra- es uno de los sueños de la joven Sofía Liñares. Entrar en la cantera de la compañía británica es un gran paso, pero de momento nada está ganado, hacerse con un nombre en el mundo de la danza requiere mucho trabajo. "Cada año la Royal Ballet School realiza una evaluación sobre febrero y marzo y deciden si te renuevan la plaza para el próximo curso", sostiene Luciano Gómez.

La vida dentro de la escuela -según informa el propio centro en su web- es "emocionante y exigente" en igual medida. La rutina de lunes a viernes comienza a las 07.00 horas en el White Lodge (la residencia para los más pequeños, de 7 a 11 años). Tras el desayuno, los niños acuden a clase de 08.30 a 16.00 horas, en donde compaginan cuatro horas de formación académica y dos de ballet. Por la tarde hay tiempo para más clases de baile, ensayos o tiempo libre. Antes de acostarse habrá que realizar una hora de tarea supervisada. Algo similar al día a día de los mayores (de 12 a 14 años y que viven en otra residencia) cuya jornada es de 09.00 a 17.30 horas, con dos horas para formación académica.

Desde la escuela británica aseguran que la admisión se basa en "el talento y el potencial" y afirman que el dinero no debe ser un problema para las familias ya que el 89% recibe alguna ayuda para pagar estos estudios que cuestan 45.000 euros por curso. Pero lo cierto es que Sofía y su familia se han encontrado que, por el momento, la única ayuda con la que contarán es una beca de 9.000 euros de la Diputación de A Coruña. "Al ser extranjera para recibir una beca del Royal Ballet, tiene que llevar al menos dos cursos en la escuela", señala Luciano Gómez. "Pediremos un crédito, nos hipotecaremos si es necesario", señala el padre de Sofía.