Aunque se desconoce el número exacto de mordeduras de serpiente que se producen al año, la Organización Mundial de la Salud calcula que afectan a unos 5 millones de personas, la mitad se envenenan; de ellas, al menos, 100.000 mueren, y aproximadamente el triple de casos terminan con una amputación y discapacidad permanente. Médicos Sin Fronteras alertan de que esta situación puede empeorar ya que se están agotando las reservas del antídoto para este veneno. Actualmente no se puede garantizar la disponibilidad del antídoto más eficaz, Fav-Afriqu, que se dejó de producir en 2014.