Miles de personas se manifestaron ayer en varias ciudades y capitales del mundo -unas 20.000 en Madrid y unas 2.000 en Barcelona- para exigir a los líderes mundiales de los 195 países representados en la Cumbre del Clima COP21 de París (Francia) a que adopten un compromiso urgente para frenar el cambio climático.

Londres, París, Madrid, Barcelona, Lisboa, Río de Janeiro, Sydney, Melbourne, Lima o Dacca -capital en la que se ha querido poner de manifiesto al mundo la vulnerabilidad de Bangladesh- fueron algunos de los principales escenarios en los que hubo movilizaciones para reclamar un acuerdo, principalmente a partir del compromiso y acciones de las principales potencias económicas mundiales.

En las movilizaciones, en las que participaron no solo ecologistas o activistas, sino también ciudadanos de todo el mundo concienciados con este fenómeno, también se reclamó un nuevo modelo basado en las energías renovables para el horizonte 2050 y se alertó sobre las devastadoras consecuencias de un incremento de la temperatura de más de dos grados en los próximos años.

La secretaria del convenio de la ONU del cambio climático, Christiana Figueres, advirtió ayer que el calentamiento global sería de entre 2,7 y 3,5 grados con los compromisos de reducción de emisiones presentados hasta ahora por 183 países -cifra por encima del objetivo de no más de 2 grados-, aunque destacó que con los planes actuales contra el efecto se evitaría, previsiblemente, el incremento de entre 4 y 6 grados en el horizonte de 2100.

Una negociación técnica y la llegada de decenas de jefes de Estado y de Gobierno marcó ayer el inicio de la cumbre con medidas de seguridad extraordinarias y algunos choques entre policías y manifestantes violentos que no se quisieron resignar a la prohibición de concentraciones.

El ministro peruano del Ambiente, Manuel Pulgar-Vidal, presidió la última reunión del buró de la COP20, un encuentro sobre las bases y la metodología que se utilizará en la nueva Conferencia de las Partes de la ONU sobre el Cambio Climático (COP21), que se va a desarrollar hasta el próximo 11 de diciembre.

La sesión de trabajo, que se inició con un minuto de silencio en memoria de las víctimas de los atentados terroristas de París del pasado día 13 -en los que murieron 130 personas y se registraron más de dos centenares de heridos-, sirvió también para establecer un borrador de agenda.

Fuentes de la negociación destacaron que se respiraba allí un "muy buen clima, un muy buen ambiente" de cara al trabajo que se espera, y eso a pesar de los puntos de fricción que se esperan entre las 196 delegaciones (195 países más la Unión Europea).

Entre esos puntos, uno de los que se saben más conflictivos para cerrar un acuerdo universal que permita mantener la perspectiva de limitar el calentamiento climático a dos grados centígrados para finales de siglo es el de cómo se plasmará la "diferenciación", es decir, las obligaciones y compromisos de los países ricos para con los pobres por su responsabilidad histórica en las emisiones de CO2.

El presidente francés, François Hollande, como anfitrión de esta conferencia, mantuvo algunos encuentros preparatorios, con el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, y con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, antes de cenar con Xi Jinping, el jefe del Estado de China, que ahora es ya el principal emisor de dióxido de carbono.

Hollande dejó claro que su gran reto para la COP21 es lograr el consenso de todos los países implicados para dar al compromiso un alcance universal y vinculante.

"Si no hay elementos vinculantes, no tendrá credibilidad", advirtió el presidente francés, sabedor de que Washington y Pekín son los que más obstáculos han puesto a un texto que los obligue jurídicamente, y que implicaría controles externos y sanciones.

Hoy llega el plato fuerte de la COP con la intervención de los alrededor de 150 jefes de Estado y de Gobierno.