Teresa Romero, la auxiliar de enfermería que se infectó de ébola tras atender a un religioso que fue repatriado al contraer la enfermedad, fue nombrada ayer hija adoptiva de Becerreá (Lugo) y en un emotivo discurso recordó el tiempo en el que estuvo "más muerta que viva". Pese a no haber nacido en este lugar, donde sí reside su madre, Romero confesó: "Por mis venas corre sangre gallega y siento ésta como mi casa". Romero agradeció el apoyo recibido por su familia y compañeros y recordó a Excálibur, su perro sacrificado.