La 69 edición del festival de Cannes está siendo generosa con las películas en competición, pero los primeros abucheos llegaron para protestar por la historia entre superficial, espiritual y vacía que cuenta el francés Olivier Assayas en Personal Shopper, protagonizada por Kristen Stewart.

Una película que mezcla el materialista mundo de la moda con la espiritualidad y la búsqueda interior, fantasmas incluidos, de Maureen (Stewart), que acaba de perder a su hermano gemelo Lewis y la busca en la vieja casa familiar abandonada.

Entre esa búsqueda del espíritu de su hermano y su trabajo como personal shopper, la vida de Maureen se desarrolla de forma un tanto contradictoria, como reconoció Stewart en su segunda presencia en esta edición de Cannes, tras Café Society, de Woody Allen, que abrió el festival.

Para la actriz estadounidense, que repite con Assayas después de Viaje a Sils María, es un personaje muy complejo en un trabajo que fue cambiando según iba avanzando el rodaje, haciéndose más aterrador y con un aumento continuo de la adrenalina.