La salchipapa vota. Se considera voto nulo aquel que no incluye en el sobre la papeleta electoral homologada, sino cualquier otro tipo de objeto (volador o no, identificado o no). Léase un capítulo de Juego de Tronos, un preservativo o una foto de Iniesta. Por citar unos pocos ejemplos. No es que Leticia Sabater metiese en el suyo la salchipapa, hecha carne, hecha verbo, hecha baile, hecha sufragio. Es que la chica es indecisa. Pero indecisa no de sondeo pre, sino indecisa indecisa, hasta el final. Y, ante la duda final, la madre de todas las dudas, optó por votar a los cuatro. A Pedro, a Pablo, a Albert, a Mariano. Ella es así, politodo. Polifacética, multiorgásmica, políglota, poliamorosa, multifocal, poliédrica, omnipresente y polifónica. Por ser, ha sido virgen dos veces y otras tantas desvirgada. Pero en materia política sigue pura como el primer día. No porque no lo intentara. "Los cuatro me encantan, que gane el mejor". ¿Con qué criterio elegir? ¿En función de la contratación de bolos? ¿Dejándose llevar por los estrógenos y la progesterona? En ese caso, habría votado PSOE o Ciudadanos. "Con Pedro bailaría La Salchipapa y con Albert me comería un platito". De los otros, ni hablamos. Mejor.

Lunes 27

Bodas. Ahora no basta con contraprogramar un partido de fútbol, o una película, o el estreno de una serie. Ahora lo que se contraprograma son las bodas. Su anuncio, al menos. Siempre que sean de postín. ¿Le dará Isabel Preysler el sí de una vez a Mario Vargas Llosa? Que no digo que no tengan toda la vida por delante, pero yo que ella no me lo pensaría mucho más. ¿Le adelantará por la derecha Isa Pantoja, la artista antes conocida como Chabelita, a su hermano mayor? En una cualquiera de sus mil reconciliaciones posruptura igual va y se casa con su novio. Incluso se ha fabulado con la posibilidad de que hubieran contraído nupcias ya en el Caribe, que es menos clásico que en la catedral de Sevilla con la Pantoja bajo mantilla, como trama Kiko. Por todo lo alto. Pero así se casan algunas royals. Y les va como les va.

Sapos y princesas Érase una reina de la belleza, una cenicienta, una princesa en potencia. Érase un príncipe azul... Bueno, vale, ni príncipe ni azul. Ni apuesto. Pero con su caballo y su castillo. Y el príncipe y la princesa fueron felices y comieron perdices. Hasta que se acabaron las perdices y al príncipe lo pillaron en un renuncio y fue apresado y sufrió un achuchón. Entonces la princesa cogió sus vestidos y sus carruajes y todo lo que encontró -a decir de la hija desheredada- y dijo adiós, muy buenas, resulta que eras sapo en realidad. Y él: cómo puedes hacerme esto ahora que me veo mal, tu corona era de pega en verdad. Menos mal que estas cosas solo pasan en los cuentos.

Conductora de primera. Hay días que se te cruzan. Que todo sale mal. Que se te tuerce la vida. Estás tú tan ilusionada porque Belén Esteban va a entregarse a los atascos de hora punta como tú, va a asir no solo el volante sino con él las riendas de su vida sin Toño, va a meter la colchoneta hinchable en el maletero rumbo a Benidorm, y va un sinentrañas y le suspende el teórico. Y eso que, para ir con garantías, se ha apuntado a la autoescuela de los famosos. Que como dato baste decir que allí aprobaron Yola Berrocal y hasta Tamara Falcó. Y cuando ya creías que no podía ser peor, va Mariló y te deja sin mañanas apoteósicas, va Rosa Benito y te deja sin su gracejo. ¿Que será lo siguiente? ¿JorgeJa presentando, qué sé yo, Gran Hermano, como si fuera la Merche?

Dientes, dientes. La señora de Ubrique, Jesulín, en el pasado María José Campanario, en adelante señora odontóloga, doctora Campa, ya ejerce. No en clínica por cuenta ajena ni en consulta propia, pero sí practica en casa. Tira de lo que tiene más a mano. Ya dijo ella que en el seno familiar tenía campo abierto, que a Jesús, las cosas lo que son, algún día había que arreglarle los dientes. Él, entregado o resignado, confiesa que su dentista particular goza de su total y absoluta confianza. Podría haber sido peor. Podría haber estudiado neurocirugía. Pero también algo inocuo en el hogar, como biología. A Ana Obregón, por ejemplo, le viene muy bien para posar en traje en baño mientras opina de las epidemias mundiales. Pero en público, luego no se lleva las prácticas a casa. Belén Esteban, su oponente, en cambio, sí. Su esposo, también. Pero Jesús no teme a las sondas, cánulas, fresas ni carillas. Gracias a Santiago Segura ya tuvo un primer contacto con el mundillo, aunque fuese solo un guiño. En el último Torrente hacía cuadrilla con Fernando Esteso, Cañita Brava y el dúo Bigotes y Dientes. Predestinación, se llama eso.