Es el benjamín del equipo liderado por el arqueólogo Javier Navarro y el investigador Miguel Caballero, responsables de las excavaciones en la fosa de Alfacar (Granada). También el único gallego. Pablo Caserío, arqueólogo de 23 años, recorrió más de 1.100 kilómetros para participar como voluntario en la tercera campaña arqueológica para localizar los restos del poeta Federico García Lorca, ejecutado y enterrado, supuestamente, junto al maestro republicano Dióscoro Galindo y los banderilleros y anarcosindicalistas Francisco Galadí y Joaquín Arcoyas la madrugada del 17 al 18 de agosto de 1936.

Los arqueólogos no hallaron ni restos humanos tras extraer 4.620 metros de tierra en los 1.347 metros cuadrados del pozo, pero sí dos proyectiles, un fragmento del blindaje de un Máuser y una vaina Mosin-Nagant. Caserío fue quien desenterró esta última. "Fue un momento emocionante", reconoce el arqueólogo, que finalizó el curso pasado el grado de Geografía e Historia por la UNED. Recuerda que estaban sondeando un cuadrante con un detector de metales y este comenzó a pitar. Caserío comenzó entonces a retirar la tierra hasta que apareció un cilindro metálico.

"Aunque no hemos encontrado restos humanos, los proyectiles nos hace pensar que allí fue donde Lorca fue ejecutado, como señaló en 1997 Fernando Nestares, miembro de Falange, y como recoge el libro Los úItimos días de García Lorca de Eduardo Molina Fajardo. "Que no haya huesos ni elementos como botones o hebillas nos indica que los cuerpos fueron desenterrados antes de que esqueletizaran, por lo que habría que buscar esa segunda fosa", explica Caserío, que no duda de que los restos de Lorca terminarán encontrándose. "La mayor dificultad es la falta apoyo para que pueda investigarse. Esta campaña se realizó solo con fondos privados", se lamenta.

La de Alfacar es la tercera campa de Pablo Caserío, que ha excavado también en el yacimiento de Mougás y en otro en la isla de Mallorca.